Aterrizaje de Emergencia en el Corazón del Enemigo

La turbulencia comenzó tres horas después de iniciado el vuelo. Primero fueron pequeños baches, luego sacudidas violentas que hicieron temblar todo el avión. Me aferré a los reposabrazos, con los nudillos blancos, mientras mi estómago se revolvía con cada caída.

—Damas y caballeros, les habla su capitán —la voz crepitó por el intercomunicador—. Estamos experimentando un clima severo inesperado. Por favor, permanezcan en sus asientos con los cinturones abrochados.

La anciana a mi lado aferraba su rosario, murmurando oraciones en voz baja. Fuera de la ventana, relámpagos iluminaban las nubes negras como la tinta.

Otra caída violenta me llevó el corazón a la garganta. Las máscaras de oxígeno se desplegaron, colgando frente a nuestros rostros como macabras marionetas. Los gritos estallaron por toda la cabina.