La Agonía de un Alfa, Un Viaje al Territorio Enemigo

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La luz del sol se filtraba a través de las cortinas parcialmente abiertas, calentando mi rostro y sacándome del sueño. Cerré los ojos con fuerza contra la intrusión, con un gruñido retumbando en mi pecho. Mi cabeza palpitaba, un dolor familiar que nunca me abandonaba realmente.

—¿Alfa Knight? ¿Está despierto, señor? —Una voz vacilante llamó desde fuera de mi puerta, seguida de risitas femeninas.

—Es tu turno de despertarlo —susurró una criada a otra, lo suficientemente alto para que mi audición mejorada captara cada palabra.

—¡De ninguna manera! ¿Recuerdas lo que le pasó a Tessa cuando lo molestó el mes pasado?

Más risitas. Más susurros. Mi paciencia se quebró.

—¡Aléjense de mi puerta a menos que el edificio esté en llamas! —rugí, haciendo que la puerta de roble temblara en su marco.

Jadeos sorprendidos y el sonido de pasos apresurados alejándose siguieron a mi arrebato. Me froté las sienes, tratando de aliviar el dolor que se había convertido en mi compañero constante.