Una Convocatoria Engañosa y un Encuentro Inesperado

Mis nudillos se volvieron blancos mientras agarraba el reposabrazos, el avión atravesando otra zona de turbulencia. Mirando por la pequeña ventana a mi lado, observé cómo las nubes daban paso al paisaje familiar debajo—los densos bosques y colinas ondulantes del territorio de Luna de Plata. Mi estómago se retorció con algo mucho peor que el mareo por movimiento.

Estaba volviendo a casa. O más bien, al lugar que solía ser mi hogar.

El vuelo ya se había retrasado tres horas, dándome tiempo suficiente para cuestionar mi decisión. Cuando Orion me llamó ayer por la mañana con la noticia de que la condición de mi madre había empeorado, hice las maletas en pánico. Ahora, mientras el avión comenzaba su descenso, la angustia se asentó sobre mí como una pesada manta.

—Damas y caballeros, estamos comenzando nuestro descenso final hacia el Aeropuerto Regional Luna Plateada. Por favor, asegúrense de mantener sus cinturones abrochados...