—Estás siendo demasiado duro con ella —escuché decir a alguien mientras pasaba por el pequeño nicho en el pasillo.
Ralenticé mis pasos, dejándome llevar por la curiosidad. Era la voz de Faye hablando con Rhys, su tono suave pero firme.
—Lo siento —respondió la voz profunda de Rhys, más suave de lo que jamás la había escuchado—. Es que no soporto la idea de que alguien te falte al respeto.
Me asomé por la esquina para ver a Rhys acariciar el cabello de Faye con sorprendente ternura. Su gran mano acunaba la mejilla de ella mientras la miraba con una intensidad que me hizo encoger el estómago. A pesar de todo, verlo ser gentil con otra persona dolía de maneras que no podía articular.
Sin querer, hice contacto visual con él por encima del hombro de Faye. Rápidamente compuse mi expresión, decidida a no dejarle ver mi dolor. Con un ligero asentimiento de reconocimiento, continué caminando más allá de ellos, con pasos medidos y tranquilos.