«Soren, escucha bien, debes tener cuidado con el cazador de ojos naranjas»
Soren despertó de golpe —Ese sueño otra vez —Dijo para sí mismo al pasar su mano por su rostro, todavía sentado en su cama, escuchó en la habitación aledaña.
—¡Buenos días mundo! —Gritó Lyra desde su habitación.
—Deja dormir —Dijo Corin al taparse los oídos con su almohada —¡Son las seis de la mañana! —Apuntó al enorme reloj de péndulo en la esquina.
«Esos desgraciados se movieron a la habitación de alado solo para seguirme» pensó Soren al escuchar sus gritos en la habitación a su izquierda. «Ayer gaste mis últimas esencias, tendré que hacer más, pero no tengo taller y es muy pronto para ir al gremio, tendré que hablar con el mercader» Pensó antes de levantarse de la cama, para darse cuenta que no tenía su insignia —Seguro se me callo ayer y no me di cuenta —Dijo a sí mismo y tomó sus cosas. Al momento en que abrió su puerta Lyra apareció ante él.
—Cazador, estaba por tocar para ver si estabas, creo que esto es tuyo —Dijo al mostrar el collar de Soren en su mano —. Es tu insignia de cazador ¿Verdad? —Dijo antes de que Soren la tomara.
—Gracias —Murmuró Soren, una palabra que no había pronunciado en mucho tiempo. La insignia era lo último que le dio su maestro Albert antes de morir, acto tras el cual Soren pasó al lado de la joven y la ignoró.
—¡Pero que grosero Soren! —Puso sus manos en su cintura y se inclinó hacia él.
—¿Qué dijiste? —Se volteó.
—Ah, perdón, ¿No debí llamarte por tu nombre? —Preguntó sin darse cuenta de que Soren saco su cuchillo.
—¿Cómo sabes mi nombre? —Puso el filo de su cuchillo en la garganta de Lyra.
—Es lo que decía en la insignia, supuse que era tu nombre ¿Acaso me equivoqué? —Dijo mientras temblaba y quebraba su voz.
—Está bien… pero no te quiero cerca —Dijo Soren al guardar su cuchillo y darse la vuelta para irse del lugar.
—Te lo dije —Exclamó Corin al salir de su habitación —. El sujeto es aterrador, la única que se le acerca es la camarera, y hasta ella palidece si lo ve directo a los ojos —Dijo luego de que se cruzó de brazos y recostó en la pared —. Y por lo visto, también es paranoico.
—¡No molestes Corin! y no me rendiré, lo sabes —Dijo Lyra al cruzarse de brazos.
—Si lo sé, por ahora compremos ropa nueva, esta esta gastada por el combate de ayer.
—Me parece bien.
Soren fue al bar de siempre, ahí estaba el mercader, en la misma mesa, en la misma silla, y con la misma copa cada vez que iba a verlo.
—Cazador, mi amigo, creo que no te tengo encargos todavía —Dijo el hombre desde su puesto al acomodar su sombrero de copa —¿Qué te trae por aquí? —Dijo al levantar una ceja con verdadera intriga.
—Quiero comprar una casa —Dijo Soren al acercarse a la mesa del mercader, que abrió los ojos de par en par y casi escupe su bebida.
—Eso sí que es inesperado, aunque… para tu suerte, creo que se lo que necesitas y lo tengo a disposición —Mostró de nuevo sus dientes amarillos —. Acompáñame, te llevare enseguida —Se levantó de su puesto para llevar al cazador a la propiedad —. Hasta luego Barnaby —Le dijo al bartender mientras se despedía con un gesto de su mano.
—Adiós señor Wilmore —Dijo Barnaby sin dejar de limpiar las copas de la barra.
Al llegar al edificio, era una casa de dos pisos, casi sin ventanas y grandes chimeneas en el techo.
—Era de un alquimista —Dijo Wilmore —. También es bastante privada, aunque está un poco descuidada, te la dejare a buen precio.
—¿Ya lo tenías preparado verdad? —Preguntó Soren al ver el lugar, como si Wilmore ya supiera que necesitaría un taller para sus esencias.
—Para nada, como crees —Respondió con un notorio sarcasmo en su voz —, pero obviamente, todo lo necesario para un alquimista está incluido en la propiedad —Mostró los papeles de propiedad del edificio.
—Servirá, ¿Cuánto es?
—Normalmente serían quinientas monedas de oro, pero a ti mi amigo, te lo dejare en doscientas cincuenta —Dijo al acomodar su monóculo.
—Toma, son trescientas —Dijo Soren mientras mostraba un pequeño saco con monedas.
—Sabía que serías una gran fuente de ingresos cazador —Mostró su sonrisa maltrecha al recibir el saco y entregar los papeles —. Por cierto, pronto te tendré un encargo, estate atento cazador —Dijo antes de que se diera la vuelta y subiera a su carruaje.
En cuanto el mercader se marchó en su carruaje, Soren se dirigió hacia su nuevo hogar, en cuanto abrió la puerta, una voz a la distancia resonó en sus oídos.
—¡Soren! —Gritó Lyra mientras corría con Corin a rastras —. Al fin te encuentro, te estuve buscando por toda la ciudad.
—No se rinde —Dijo Soren a sí mismo.
—Y… ¿De quién es la casa? —Preguntó Lyra al ver a Soren entrar.
—Lárguense, son una molestia —Sujetó la puerta.
—Eso es de mala educación ¿Sabes? —Dijo Lyra al mirarlo indignada justo antes de que la puerta se cerrara en su cara.
De pronto la puerta salió disparada en pedazos, Soren los esquivó por poco, todo por una patada de Lyra.
—¡Maleducado! —Dijo con dientes apretados y cejas arrugadas, para dar una mirada fulminante a Soren —¡Por eso no tienes amigos!
«Quien los necesita, son un estorbo» Pensó Soren —¡Pero que carajo te pasa! —Gritó al cerrar los puños.
—¿Lyra que te pasa? —Preguntó Corin boquiabierto, por las acciones de su hermana.
—Tendrás que pagar la puerta mocosa, son como doscientas monedas de plata.
—Ya te dije que tengo veintidós, no soy una niña… espera ¿Pagar dices? —Dijo Lyra con una voz que pasó de ira a sorpresa.
—¿Cómo lo pagamos ahora Lyra? ¡destrozaste la puerta! —dijo Corin mientras señalaba los escombros.
—Veras… como te digo —Dijo Lyra al juntar las puntas de los dedos —. No tengo ese dinero, ¡perdóname por favor! —Agachó la cabeza en tono de súplica.
—Disculpe señor cazador, mi hermana, es un poco, por así decirlo enérgica —Dijo Corin al voltear hacia Lyra con una mirada de regaño —. Verá señor cazador, no tenemos ese dinero ahora, tal vez haya otra forma de compensarlo —Dijo al juntar las manos y mostrar una avergonzada sonrisa.
—Si dejaran de molestarme seria… —Dijo Soren antes de que Lyra le interrumpiera.
—Nunca, no te dejaré hasta que me digas como venciste a esa cosa tan rápido —exclamó Lyra con brillo y determinación en la mirada.
—No es algo que les incumba niña —Dijo Soren al restregarse rostro con su mano, agotado por la situación.
—¿Por qué siempre me dices niña? Tú no te ves mucho mayor ¿Cuántos años tienes? —Preguntó Lyra indignada.
—Veinticinco ¿Ya estás contenta? —Respondió Soren por mero reflejo —¿Ya te puedes ir?
—¿Ahora que empezaste a hablar? Para nada —Dijo Lyra con una sonrisa altanera.
—Lyra, por favor —Exclamó Corin agotado por las tonterías de su hermana.
—Al menos vayan a comprar la puerta —Dijo Soren al lanzar un saco con trescientas monedas de plata a Corin.
—Sí, podemos hacer eso, vamos Lyra —Dijo Corin al tomar a su hermana y llevarla a rastras.
—Oye Corin, espera —Le reprochó Lyra su hermano mientras la arrastraba fuera de la casa.
«Tal vez así me dejen en paz» Pensó Soren al creer que solo se irían con el dinero «Empezaré a acomodar el lugar»
Una hora más tarde, Lyra entró triunfante con una puerta en brazos mientras Soren la observaba entrar desde las escaleras.
—¡Cazador, aquí está tu puerta! —Exclamó Lyra orgullosa, en tanto, Corin entraba tras ella.
—Ya volvimos señor cazador.
—Sí, ya veo —Dijo Soren al bajar las escaleras.
—Aquí está el cambio, la puerta costó doscientas treinta monedas de plata —Dijo Corin al mostrar un pequeño saco con las monedas restantes.
—Oye Soren, es un edificio grande, ¿No crees que podríamos quedarnos contigo? —Interrumpió Lyra al poner la puerta en el suelo con una sonrisa en el rostro.
—¡No! —Dijeron al unísono Soren y Corin al voltear hacia Lyra.
—¡Ah! por favor, el hostal es caro, y por si no lo has notado somos pobres, además, ya traje mis cosas —Dijo al mostrar su equipaje.
—Pero… ¿En qué momento…? ¿Cómo? —Expresó Corin confundido al ver sus cosas y las de Lyra en el lugar, mientras Soren solo podía mirar atónito la situación —. Son pocas maletas, pero, aun así, ¿Cómo?
—Simple, mientras estabas distraído fui y las traje, cuando trajimos la puerta ya estaban aquí —Dijo Lyra al tomar la puerta para instalarla.
Resignado, Soren solo pudo ver como Lyra instalaba la puerta, y desempacaba luego de haber elegido una habitación, solo se preguntaba «¿Cómo permití esto?». Tras el agotador día que había tenido, Soren solo fue a su habitación a descansar, ya que no comprendía por que permitió que esos dos se mudaran con él, sin presentar mayor resistencia, puesto que, desde hace tiempo evitaba las relaciones con los otros, pero algo en ese par, le impedía evitarlos, y el porqué de ello, era un misterio para él.