Capitulo: 33 reunión en las sombras

Después de que la linea se cortara, no pudimos quedarnos de brazos cruzados. Salimos de inmediato rumbo a Honduras. La reunión del Consejo Mundial estaba a solo doce horas, y no podíamos permitirnos llegar tarde.

Ocho horas más tarde aterrizamos en Tegucigalpa, la capital. El calor húmedo se sentía pesado, pero estábamos descansados y con la mente algo más clara. Aprovechamos las pocas horas restantes para almorzar. Elegimos un restaurante tranquilo, casi vacío, donde el aire acondicionado competía con el ruido de las noticias en el televisor colgado sobre la barra.

Fue entonces cuando lo vimos: imágenes caóticas, humo, tropas desembarcando. Según los noticieros, Estados Unidos había desplegado su fuerza militar más allá de lo usual por una supuesta amenaza de submarinos no identificados. Decían que era “una maniobra defensiva”, pero omitían mostrar tomas directas de las costas.

Solo mostraban soldados, tanques, drones. Ninguna criatura. Ningún rastro del enemigo.

—¿Por qué no muestran nada de las costa? —murmuró un comensal, apartando el plato—. Todo esto es muy raro dijo otro. La censura es demasiado obvia dijo Marcus con voz baja mientras tomaba un bocado de camarones rostizados.

—Están escondiendo algo que ya no pueden explicar —dijo Elena con voz baja—. Pues que crees que pasaria si de repente salen monstruos extraños del mar matando a quien se les ponga enfrente. Les dije a Marcus y elena.

Terminamos de comer. Afuera, dos vehículos blindados sin insignias esperaban por nosotros. Subimos sin hablar. Los vidrios polarizados impedían ver hacia afuera.

Minutos después, llegamos al helipuerto presidencial. Allí nos esperaba el presidente de honduras junto a su equipo. Nos saludó con prisa y sin protocolo.

—Suban. Todo está preparado. Ya nos esperan.

Volamos directo al encuentro.

Esta vez, la reunión del Consejo Silente no era como antes. Ya no era virtual ni limitada a figuras específicas del gobierno. Ahora, los líderes del mundo estaban presentes físicamente, reunidos en un salón subterráneo, fortificado y custodiado por unidades de élite.

En cada rincón, grupos de seguridad armados hasta los dientes:

Los Navy SEALs de Estados Unidos, visiblemente tensos pero firmes.

Los COBRAS de Honduras, conocidos por su precisión táctica y sigilo.

Los CFE de México, entrenados para operaciones de alto riesgo y respuesta inmediata. 

Y los Spetsnaz rusos, fríos, disciplinados, con los ojos de quienes han visto más de lo que deberían.

Entre otras fuerzas especiales ni menos importantes. 

El lugar tenía una atmósfera sofocante. No por la falta de aire, sino por las verdades que todos evitaban pronunciar.

En el centro, un podio blindado se levantaba como un altar de guerra. Fue entonces cuando el presidente de Rusia, Dmitriy Volkov, subió al frente. Era alto, pálido y con una mirada que parecía no pestañear.

Habló sin rodeos, con un traductor a su lado:

—Lo que está ocurriendo no es un ataque militar. No es una invasión clásica. Estamos enfrentando algo que no entiende el lenguaje de la guerra, pero que se alimenta de la carne humana y seres vivos por igual y el miedo. Las criaturas que emergen del océano no responden a estrategias. Son impulsadas por algo más… primigenio.

El silencio cayo de la nada.

—Sabemos que hay una ciudad en el Atlántico, sabemos que hay otra en el Pacífico. Y sabemos, gracias a los registros recuperados del Vaticano y otros textos antiguos… que estas ciudades no son humanas. Que están conectadas con algo que duerme desde antes del hombre. Algo que ahora empieza a moverse.

Frédéric asintió y tomó la palabra:

—Hay fuerzas en juego que ya no pueden contenerse con tecnología. Y si ese ente despierta… el planeta no será suficiente para sostener la locura que traerá consigo.

Vi cómo algunos presidentes cruzaban miradas nerviosas. Una mujer —la representante de Japón— bajó la cabeza al escuchar el nombre de R’lyeh en uno de los informes filtrados.

Pero antes de que alguien pudiera hablar más, la electricidad parpadeó. Las luces descendieron por un instante.

Un zumbido eléctrico llenó el ambiente. Las pantallas comenzaron a mostrar interferencia.

Una única línea apareció:

> "quiza el concepto del bien y del mal ya no funciona."

Nadie supo que cosa dijo eso. Pero se tradujo automáticamente en la pantalla. Nadie supo cómo entró al sistema.

Recordé las palabras del chaman, si miras al abismo el abismo te elige, y quizá el no eligió a ningun ser humano si no al mismo planeta y quienes lo habitan...