En el momento en que Jaxon y yo alcanzamos nuestro clímax simultáneamente, algo extraordinario sucedió. No fue solo el placer físico—que ya era alucinante—sino algo más profundo. Una conexión se estableció con tanta fuerza que jadeé, todo mi cuerpo temblando con la intensidad de ello.
—Dios mío —susurré, mientras olas de plenitud me inundaban.
Esto era diferente de cuando me vinculé con Silas. Aquello había sido hermoso, significativo... pero ¿esto? Esto se sentía como volver a casa después de estar perdida durante años. Como encontrar una parte de mí misma que nunca supe que faltaba.
Jaxon también lo sintió. Podía verlo en la forma en que sus pupilas se dilataron, en la ligera separación de sus labios, en la repentina vulnerabilidad que cruzó por sus rasgos habitualmente reservados.
—Hazel —pronunció mi nombre como una plegaria, sus manos apretando mis caderas.