Deseos Entrelazados, Territorio Inexplorado

Miré fijamente al techo, mi mente acelerada con posibilidades. El recuerdo de lo que acababa de suceder—la repentina retirada de Jaxon, el miedo en sus ojos—todavía dolía, pero debajo de ese dolor se agitaba algo más. Una determinación. Un deseo.

—Voy a hablar con él —dije, sentándome y alcanzando mi ropa descartada.

Rhys sujetó mi muñeca suavemente.

—Tal vez dale algo de espacio, Hazel. Cuando Jax se pone así...

—No —dije firmemente—. Ese es el problema. Todos le dan espacio. Todos le permiten retirarse. —Me puse mi camiseta grande—. No voy a dejar que nos aleje de nuevo.

Rhys me estudió por un largo momento, luego asintió.

—Está bien. Pero ten cuidado.

Encontré a Jaxon en su habitación, sentado al borde de su cama, con la cabeza entre las manos. No levantó la mirada cuando entré, pero su cuerpo se tensó.

—Sal de aquí —dijo, con voz áspera.

Cerré la puerta detrás de mí.

—No.

Su cabeza se levantó de golpe, sus ojos destellando.