Capítulo 32 - Esquemas, Chivos Expiatorios y una Sonrisa Secreta

Me mantuve firme mientras el rostro de Julián se contorsionaba de humillación. El incidente del ginseng falso había despojado su fachada cuidadosamente elaborada, y ahora todos podían ver lo que había debajo.

Isabelle recogió la caja de jade que contenía el regalo fraudulento de Julián. Con deliberada lentitud, la cerró y se la entregó a uno de sus asistentes.

—Aprecio el gesto, Julián —dijo ella, con un tono medido pero cortante—, pero creo que ambos sabemos que esto no es lo que afirmaste. Quizás deberías discutir el control de calidad con tu proveedor.

El despido fue elegante pero inconfundible. Los ojos de Julián se movieron rápidamente entre nosotros, su compostura desmoronándose aún más.

—Esto... esto es simplemente un malentendido —tartamudeó, ajustándose la corbata nerviosamente—. Haré que mi gente investigue inmediatamente. Mereces solo lo mejor, Isabelle.