El cementerio se extendía ante mí, un campo de piedras olvidadas y monumentos desgastados bañados por la luz de la luna. Aislamiento perfecto. El viento susurraba entre los árboles muertos mientras arrastraba la figura forcejeante de Miles Thornton más profundamente en este lugar abandonado.
—¡Has perdido la cabeza! —escupió Miles, sus zapatos de diseñador raspando contra el camino de tierra—. ¿Tienes alguna idea de lo que mi familia te hará?
Apreté mi agarre en su cuello, apenas registrando sus amenazas. Mi mente estaba enfocada en la oportunidad ante mí – una chance de probar los límites de mi poder.
—Cállate. —Lo empujé contra la pared desmoronada de un mausoleo—. Tu voz me irrita.
El miedo destelló en sus ojos mientras ataba sus muñecas con una cuerda. Su ropa, que valía más de lo que la mayoría de las personas ganaban en meses, ahora estaba manchada de tierra y sudor. Qué rápido caían los poderosos.