Desperté con una calidez que inundaba mi cuerpo. Por un momento, pensé que seguía soñando. El suave aroma a jazmín persistía en el aire. El aroma de Isabelle. Mis ojos se abrieron lentamente, esperando verla junto a mi cama.
La habitación estaba vacía.
La realidad cayó como un golpe físico. Se había ido. Los recuerdos de nuestra conversación regresaron – sus ojos llorosos, su promesa de esperarme en Ciudad Veridia.
—Isabelle —susurré, mi voz quebrándose al pronunciar su nombre.
Una enfermera entró apresuradamente, interrumpiendo mis pensamientos. —¡Oh! Está despierto, Sr. Knight. ¿Cómo se siente esta mañana?
Apenas la escuché, mi mente seguía repitiendo las últimas palabras de Isabelle.
—¿Dónde está ella? —pregunté.
La enfermera revisó mis signos vitales, con movimientos eficientes. —¿La Señorita Ashworth? Se marchó temprano esta mañana hacia Ciudad Veridia. Pero se aseguró de que todo estuviera arreglado para su cuidado.