En el momento en que la puerta se cerró tras nosotros, la fachada compuesta de Isabelle se quebró.
—Caspian —dijo ella, con voz baja y peligrosa—, vuelve allí dentro.
Caspian Kane se detuvo, su expresión indescifrable. —¿Señorita Ashworth?
—Hazlo sufrir. —Sus palabras eran hielo—. Cada latigazo que Liam soportó, devuélveselo multiplicado por diez. Mantenlo vivo, pero haz que desee no estarlo.
Intenté hablar, decirle que la venganza no era necesaria, pero el dolor me consumía. Mis piernas cedieron y la oscuridad bordeó mi visión.
—Ve —ordenó Isabelle—. Yo misma llevaré a Liam al hospital.
Caspian asintió una vez antes de volver. Cuando la puerta se cerró tras él, escuché el primer grito de Gage.
—Te tengo —susurró Isabelle, su brazo alrededor de mi cintura sorprendentemente fuerte mientras me guiaba hacia el coche que esperaba.
Cada paso era una agonía. La sangre marcaba nuestro camino a través del corredor tenuemente iluminado.