Las manos de Conrad temblaban mientras se preparaba para atacar. Podía ver el tormento en sus ojos—un padre obligado a elegir entre el honor y la vida de su hijo. El aire crepitaba con su poder concentrado.
Cerré los ojos, aceptando lo que venía. Mi cuerpo estaba demasiado agotado para montar cualquier defensa significativa.
—Lo siento —susurró Conrad, con la voz quebrada.
Justo cuando su ataque estaba a punto de caer, la puerta se abrió de golpe.
—¡DETENTE!
La voz cortó la tensión como una cuchilla. Abrí los ojos para ver a Eamon Greene de pie en la entrada, con expresión sombría. En sus brazos yacía una figura inerte—Miles Thornton.
El ataque de Conrad se detuvo a medio camino. Su rostro perdió el color mientras miraba el cuerpo inmóvil de su hijo.
—¿Miles? —Su voz era apenas un susurro—. ¡MILES!