Me recliné en mi asiento, todavía procesando lo que acababa de suceder. El Ancestro del Valle del Demonio de Tierra —un ser que había aterrorizado a discípulos durante generaciones— ahora no era más que energía consumida dentro de mí. Su conocimiento, su poder, su esencia... todo mío.
—¿Estás bien? —preguntó Conrad, estudiando mi rostro.
—Mejor que bien —respondí, incapaz de suprimir una ligera sonrisa—. He ganado más de lo que esperaba de este viaje.
Conrad arqueó una ceja.
—Pareces diferente. ¿Qué pasó exactamente con ese Ancestro?
Miré alrededor de la cabina antes de bajar la voz.
—Devoré su sentido divino por completo. Su conocimiento, técnicas, formaciones... ahora son todos míos.
Los ojos de Conrad se agrandaron.
—Eso... eso no se supone que sea posible.
—Muchas cosas que hago no se supone que sean posibles —dije encogiéndome de hombros—. Pero he descubierto algo importante sobre mi sentido divino. Puedo fortalecerlo consumiendo el de otros.