"""
—No soy Adrián —dije fríamente a los miembros sobrevivientes del Valle del Demonio de Tierra. Sus rostros palidecieron mientras retrocedían—. Nunca lo fui.
Los ojos del anciano se abrieron con comprensión.
—Un engaño...
—Uno necesario —respondí, dando un paso adelante—. Su secta ha cometido crímenes imperdonables. ¿Realmente pensaron que salvar una vida borraría todo eso?
—Por favor —suplicó el anciano, cayendo de rodillas—. ¡Solo seguíamos órdenes!
Lo miré con ojos despiadados.
—Esa excusa murió con tu maestro.
Mis movimientos fueron demasiado rápidos para que sus ojos pudieran seguirlos. En cuestión de segundos, una energía blanco-dorada destelló por la cámara. Los discípulos y ancianos restantes se desplomaron en el suelo, sus vidas extinguidas sin siquiera tiempo para gritar.
Conrad permaneció observando, su nuevo cuerpo sagrado irradiando un poder sutil. La transformación era notable—su antes promedio físico ahora lucía más fuerte, más imponente.