HOLA PRIMO, SOY LI TIAN

Li Li lo condujo a una sala más apartada del complejo, donde no habría oídos curiosos ni miradas de otros miembros del clan. Cerró la puerta con calma y se giró, con los brazos cruzados y el ceño levemente fruncido.

—Bien, pequeño Tian —dijo con voz firme—. Ya estamos solos. ¿Qué es eso que querías decirme con tanta urgencia?

Li Tian respiró hondo. Sabía que no podía revelar toda la verdad. No podía hablar del sistema, ni de su resurrección, ni de cómo había muerto por manos de su propia madre. Pero había otra forma. Una verdad modificada. Una historia plausible.

—Tía… hace poco escuché algo. Algo que me asustó. No sé si sea verdad, pero…

Hizo una pausa, bajando la mirada como si dudara. Era parte del acto, pero también, en parte, verdadero.

—Escuché a un cultivador herido del clan. Estaba muy mal, y me dijo cosas antes de morir. Hablaba de mi madre. De… de mi padre.

Li Li no dijo nada, pero su expresión cambió ligeramente. Era un gesto contenido, pero Li Tian supo que había captado su atención.

—Dijo que no fueron cultivadores demoníacos quienes mataron a mi padre. Que todo fue un plan…

—¿Un plan? —interrumpió Li Li, su voz ahora más tensa.

—Sí. Que mi madre compró una túnica negra de ocultación. Que provocó a unas bestias cerca del bosque, y fingió estar en peligro para que mi padre viniera a salvarla. Y cuando lo hizo…

Tragó saliva y levantó los ojos, dejando que una chispa de dolor real se filtrara en su mirada.

—Ella lo mató.

El silencio que siguió fue pesado, casi asfixiante.Li Li no respondió de inmediato. Se quedó inmóvil, mirando un punto invisible sobre el hombro de Li Tian. Su respiración se volvió más lenta, más controlada.

—¿Quién te dijo eso exactamente?

—No sé su nombre. Nunca lo había visto. Solo… solo me pidió que no confiara en nadie. Y murió.

Li Li desvió la mirada.Cruzó los brazos más fuerte. Su ceño se frunció con intensidad.

—Sabía que algo no cuadraba con esa historia. Siempre me pareció extraña. Pero no imaginé…

No terminó la frase.

Li Tian supo que era su oportunidad.Tenía que asegurar su seguridad.Y para eso, debía hacerla moverse emocionalmente.

—Tía… ¿puedo quedarme contigo?

Li Li lo miró, sorprendida por completo.

—¿Quedarte… conmigo?

—Es que… tengo miedo. Desde que escuché eso, no me siento seguro. No quiero estar con madre. Ya no sé si puedo confiar en ella.

Li Li vaciló. Su rostro mostraba confusión. Era claro que no había considerado que Li Yue pudiera lastimar a su propio hijo.

—Pequeño Tian, aunque tu madre haya hecho eso… no creo que te haría daño a ti. Eres su hijo.

Li Tian no respondió de inmediato. En su interior, la imagen de su madre alzando la espada y atravesando su pecho le llenó la mente de nuevo.Sin necesidad de actuar, las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos.

—Tía, por favor… tengo miedo. Solo por un tiempo. No haré ruido. No molestaré. Pero no quiero dormir bajo el mismo techo que ella.

Li Li lo miró.Vio a un niño temblando, con los ojos brillantes por el llanto.Y su corazón, ya agrietado por los recuerdos de su propia pérdida, cedió.

—Está bien —dijo al fin—. Quédate conmigo. Al menos por ahora.

Li Tian respiró hondo, aliviado.

—Gracias, tía.

—Pero no digas nada a nadie. Si alguien pregunta, solo di que querías ver a tu primo Ling Tian. ¿Entendido?

Li Tian asintió rápidamente.

El resto de la mañana pasó en silencio. Li Li le ofreció una habitación pequeña, simple, pero tranquila. Li Tian se sentó allí, observando las paredes como si pudieran darle respuestas.

Cuando llegó el mediodía, la puerta principal se abrió.

Ling Tian entró.

Caminaba con la cabeza baja, los pasos silenciosos. Parecía más cerrado que antes, como si el mundo se hubiera vuelto una amenaza constante para él.

Al ver a Li Tian sentado en la casa, se detuvo en seco.

—¿Quién eres?

Li Tian sonrió, suave, amigable.

—Hola, primo. Soy Li Tian, ¿no me recuerdas?

Ling Tian frunció el ceño.

—¿Qué haces aquí?

Antes de que Li Tian pudiera responder, Li Li apareció desde el interior.

—Ling Tian, él se quedará con nosotros por un tiempo. Tu tía Yue me lo pidió.

Ling Tian no dijo nada más. Solo desvió la mirada y siguió caminando hacia su habitación.

Li Tian lo siguió con los ojos. Había una tristeza profunda en él.