La luna aún se hallaba alta cuando Li Tian, recostado en su futón, abrió lentamente los ojos.
El silencio de la noche reinaba en la residencia, apenas perturbado por el canto distante de un grillo solitario.
Pero en su pecho, algo hervía.
No era enojo.
No era frustración.
Era una llama silenciosa…Una promesa.
“La próxima vez, lo derrotaré yo.”
No dijo las palabras en voz alta.No golpeó la cama ni apretó los puños.Solo cerró los ojos de nuevo con serenidad.
“No quiero volver a necesitar ayuda.”
La noche siguió su curso.
Y al amanecer, cuando el primer rayo del sol iluminó las tejas de jade del pabellón, Li Tian ya estaba de pie.
Se había lavado, vestido con su túnica gris claro, y amarrado bien la faja a la cintura.Aún dentro de su castigo, sabía que entrenar era su deber… y su único camino.
En el patio trasero, Yuan’er ya lo esperaba.
Vestía su túnica de color jade habitual, con el cabello recogido, y sostenía dos pequeñas dagas de madera con expresión tranquila.
A un lado, un sirviente del clan, de avanzada edad pero rostro amable, se encontraba con los brazos cruzados.No era un experto, pero su presencia era suficiente como árbitro neutral en ese duelo amistoso.
—¿Están listos? —preguntó el anciano, mirando a ambos.
Li Tian asintió.
Yuan’er también.
—No se permite el uso de talismanes ni de objetos externos —declaró el sirviente—.El duelo será a primera caída, desmayo o rendición.
Dio un paso atrás, levantó una mano al aire, y con voz firme anunció:
—¡Comiencen!
Li Tian se lanzó al instante.
Como una flecha liberada de su arco, avanzó sin titubear, la espada de madera firmemente agarrada con ambas manos.
Yuan’er no retrocedió.
Al contrario, con un giro fluido, esquivó el primer golpe, su figura girando como una hoja flotando en el viento.Las dagas silbaron en el aire, una apuntando al costado de Li Tian.
¡Clac!
Li Tian giró sobre su talón, bloqueando el ataque con su espada.Las armas de madera chocaron, soltando chispas invisibles de intención marcial.
—¡He mejorado desde ayer! —gritó Li Tian, con una sonrisa en los labios.
Yuan’er no respondió con palabras, pero sus ojos brillaban.No con rivalidad… sino con emoción.
Ambos atacaron al mismo tiempo.
Una daga cortó el aire hacia su hombro.Li Tian retrocedió medio paso, y contraatacó con un barrido bajo.
Yuan’er saltó, pero el movimiento la dejó expuesta.
—¡Ahora! —pensó Li Tian.
Alzó la espada, apuntando hacia el pecho, no con fuerza de golpe, sino con el propósito de “tocar”.
Justo antes de que pudiera conectar, Yuan’er giró sobre sí misma en el aire, impulsándose con la pierna y lanzando una patada hacia el costado de Li Tian.
¡Pum!
El impacto fue leve, pero suficiente para desequilibrarlo.
Cayó de espaldas, pero rodó con rapidez y volvió a ponerse de pie.
—¡Bien jugado! —dijo, jadeando.
—Gracias, hermano Tian —respondió Yuan’er con una sonrisa—. No me contuve.
—¡Y yo tampoco!
Los dos se miraron, y sin decir más palabras, cargaron nuevamente el uno contra el otro.
Li Tian sabía que Yuan’er era veloz.Más ligera, más flexible, y con reflejos más agudos.
Pero esta vez, él no dependía de objetos robables.No llevaba talismanes.No tenía ningún amuleto.Solo él, su espada de madera…y su cultivo.
Invocando el flujo de qi en su dantian, estabilizó su centro, y giró con elegancia en el aire, lanzando una estocada hacia el hombro derecho de Yuan’er.La chica intentó bloquear con una daga, pero la fuerza detrás del golpe superaba lo que esperaba.
¡THACK!
Su daga fue lanzada al aire por el impacto.
Li Tian aprovechó el momento.
Giró la espada de madera y presionó suavemente contra el cuello de Yuan’er.
—Te tengo.
El patio quedó en silencio.
Yuan’er parpadeó.Luego sonrió dulcemente.
—Sí… ganaste.
El sirviente levantó una ceja con sorpresa, pero luego asintió lentamente.
—El joven maestro Li Tian… gana el duelo.
Li Tian dio un paso atrás, respirando con fuerza, y bajó su espada.
No se sentía como si hubiera ganado una guerra.
Pero en su interior…
había algo firme.
Una convicción.Una confirmación.
“Yo también puedo proteger a otros.”
Yuan’er caminó hacia él, con la daga recuperada en mano, y le tendió la otra con una sonrisa.
—Buen trabajo, hermano Tian.
Li Tian la tomó, y por un momento, ambos niños rieron.
En ese instante, no eran rivales ni cultivadores……solo dos almas caminando juntas por el mismo sendero.
El sonido de las risas aún flotaba en el aire del patio.
Li Tian bajó su espada de madera mientras jadeaba, el sudor resbalando por su frente. Su pecho subía y bajaba, pero sus ojos brillaban con un fuego nuevo.Una sensación cálida se encendía en su interior:una victoria sin talismanes, sin intervención de sistemas, sin interferencias.
Y frente a él, Yuan’er cruzaba los brazos y fruncía los labios, haciendo un leve puchero.
—¡Eso no fue justo!
Li Tian soltó una carcajada.
—¿Qué no fue justo? ¡Tú me pateaste ayer hasta dejarme inconsciente!
—¡Eso fue diferente! —replicó, girando la cabeza hacia un lado—. Hoy no estabas distraído por una ventana misteriosa que te hace perder batallas...
—¿Eh? —parpadeó Li Tian, fingiendo ignorancia—. ¿Qué ventana?
—¡Nada! —dijo Yuan’er, inflando las mejillas como un tambor pequeño.
El sirviente que había actuado como árbitro rió por lo bajo, y con un gesto formal, se retiró del patio, dejándolos solos.
Li Tian apoyó la espada de madera en su hombro y caminó hacia Yuan’er, quien aún parecía indignada.Le revolvió el cabello como un hermano mayor juguetón.
—La próxima vez quizá me ganes tú. Pero tendrás que robarme algo mejor que unos talismanes.
—¡Hermano Tian! ¡No me despeines!
—¿Y qué pasa si lo hago? —respondió él con una sonrisa traviesa.
Ambos se quedaron riendo, el sol ascendiendo por el cielo como una bendición cálida que envolvía el momento.
Pero entonces…
Una sombra cayó sobre ellos.
—¿Tan feliz estás de ganar una batalla de práctica?
La voz profunda, serena y dominante, resonó por todo el patio como un trueno suave.
Li Shen.
El maestro, el tío, el guardián de su sendero, apareció vestido con su túnica oscura, el cabello recogido con un alfiler de madera.Sus ojos eran calmos pero intensos, como si siempre estuviera mirando más allá de lo que cualquiera podía ver.
Li Tian se irguió de inmediato.
—¡Tío Shen!
Yuan’er también se cuadró con respeto, dejando de lado cualquier puchero.
Li Shen los observó por un instante largo, sus ojos deteniéndose especialmente en Li Tian.
—Hoy has dado un paso importante —dijo, sin sonreír ni fruncir el ceño—.Has aprendido lo que significa confiar en ti mismo.Por eso…he decidido darte esto.
Del interior de su túnica, sacó un objeto largo, envuelto en un paño de seda blanca.Lo sostuvo con ambas manos, y con un gesto fluido, desató el nudo.
El paño cayó al suelo, revelando una espada envainada.
La vaina era de madera de roble pulido, adornada con inscripciones talladas a mano.El guardamanos era simple, sin adornos, pero brillaba con un lustre frío.
Li Tian se quedó boquiabierto.
Una espada real.
No una de madera, no un palo.Una auténtica espada. Aunque básica, era un arma de verdad, algo que solo un cultivador podía usar con propiedad.
—Esta espada me fue entregada por mi maestro cuando alcancé la quinta etapa de refinamiento corporal —dijo Li Shen—.No es una espada espiritual. No tiene espíritu ni filo cortante como las armas celestiales.Pero es un arma real.Y solo quien cultiva con el corazón limpio puede usarla con honor.
Li Tian se adelantó lentamente, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
¡Una espada verdadera!
Li Shen se la extendió.
—No te la doy porque ganaste —añadió con seriedad—.Te la doy porque hoy entendiste lo que significa pelear con tus propias fuerzas.
Li Tian la tomó con ambas manos, con reverencia.
Era más pesada que cualquier espada de madera que hubiese usado antes, pero también más equilibrada.Cuando la sostuvo, sintió que el peso no estaba solo en su mano…sino en su futuro.
—Gracias, tío Shen —dijo, inclinado profundamente.
Li Shen asintió.
—A partir de hoy, entrenarás una hora al día con esa espada. No más, no menos.Si abusas de ella, será una carga.Si la descuidas, será una vergüenza.
Li Tian asintió con firmeza.
—¡Lo haré!
A un lado, Yuan’er lo miraba con admiración.Y aunque por dentro seguía algo picada por la derrota, no podía negar que su “hermano Tian” había dado un salto.Ya no era solo un niño testarudo.
Era un joven cultivador.
Li Shen se giró para marcharse, pero se detuvo un momento antes de irse.
—Y Yuan’er… —dijo sin volverse—.Has hecho bien en proteger a tu compañero.Pero recuerda: la espada no siempre debe responder al corazón.A veces, el corazón debe ceder… para que la espada no se quiebre.
Y con eso, desapareció entre los pasillos de piedra.
El silencio volvió al patio.
Li Tian desenfundó lentamente la espada.
El filo brilló con la luz del sol.No era filosa al extremo, pero el reflejo tenía un peso espiritual que lo hizo estremecerse.
—Wow… —susurró—. Esto es…
—Tu camino —completó Yuan’er.
Ambos sonrieron.
Y así, con la nueva espada en su poder y una determinación aún más clara en su mirada, Li Tian dio un nuevo paso en su camino de cultivo.
Los días empezaron a escurrirse como agua entre los dedos.
Li Tian, encerrado en la residencia por castigo, no desperdició ni un aliento.No se quejó.No lloró.No se enfadó con Li Shen.
En vez de eso, se entregó al entrenamiento.
Cada día, al amanecer, mientras el rocío aún brillaba en las hojas y las aves apenas comenzaban a cantar, él estaba ya en el centro del patio con su espada real.
La técnica que cultivaba era simple en nombre, pero profunda en intención.
“La Marea que Destruye Rocas.”
Un conjunto de movimientos continuos diseñados para simular el flujo del agua…pero con la fuerza imparable del mar.
Li Shen le explicó que esta técnica no buscaba velocidad ni violencia, sino ritmo y presión constante.
—El agua puede parecer suave —le había dicho una mañana mientras bebían té—, pero cuando no se detiene… rompe montañas.
Así, Li Tian empezó con el primer movimiento:“Ola Ascendente.”
Era un corte diagonal que comenzaba desde la cintura y ascendía con un giro elegante de muñeca.Debía fluir como una ola levantándose en cámara lenta, amenazando con romper en cualquier momento.No era un golpe fuerte, sino uno que preparaba el siguiente.
—Ola Ascendente… Ola Ascendente… —repetía una y otra vez, hasta que sus brazos ardían y su aliento fallaba.
El segundo movimiento era “Cascada Partida.”
Una técnica de corte vertical descendente, como si una cascada golpeara una roca y se dividiera en dos.Li Tian tenía que controlar su peso, hacer que el cuerpo acompañara la espada, que no se viera como un niño jugando con un palo, sino como una cascada real cayendo desde el cielo.
Cada paso, cada respiración, contaban.
Al llegar a la segunda semana, apenas podía mantener el equilibrio después de practicar el “Remolino Estático.”
Este tercer movimiento lo obligaba a girar sobre su eje, con la espada extendida, como si estuviera atrapado en un torbellino.El más mínimo error… y terminaba en el suelo.
—El problema está en tu centro —le dijo Li Shen sin acercarse—. No tienes que girar tú… tienes que hacer que el mundo gire contigo.
Li Tian no entendió al principio.
Pero no se rindió.
Día tras día, sudor tras sudor, caía y se levantaba.
Mientras otros niños del clan jugaban, él seguía practicando.
Mientras Yuan’er descansaba tras cultivar, él seguía en el patio, moviéndose como un río incansable.
A veces, ella se quedaba a verlo.
—Hermano Tian, deberías descansar —decía con dulzura.
—Aún no —respondía él—. Aún me falta romper la roca.
Y con cada corte, cada giro, la técnica se afianzaba más en sus huesos.
Poco a poco, los tres movimientos empezaron a conectarse.
Primero, Ola Ascendente.Luego, sin detenerse, Cascada Partida.Y luego, girando, Remolino Estático.
Al llegar a la cuarta semana, podía repetir el ciclo una y otra vez, como si bailara con el filo.
Pero la Marea que Destruye Rocas no terminaba ahí.
Su cuarto movimiento era el más exigente:
“Estallido del Acantilado.”
Una estocada recta hacia adelante que rompía el ritmo calmo de la técnica, como si de pronto el océano estallara en una tormenta.La clave estaba en la acumulación de fuerza previa.Solo cuando los tres primeros movimientos se ejecutaban con perfección, el cuarto podía nacer como una ola violenta tras la calma.
Li Tian tardó dos semanas enteras en sentir que estaba listo para intentar el Estallido.
La primera vez que lo ejecutó, la espada se le salió de las manos.
La segunda vez, terminó de rodillas, jadeando.
La tercera, se desmayó del esfuerzo.
Pero nunca se rindió.
Porque sabía que esa era la prueba final del encierro.No salir como el mismo niño que entró.Sino como una marea imparable.
Finalmente, en la octava semana, cuando el sol iluminaba el cielo de tonos dorados y Yuan’er meditaba cerca del estanque, Li Tian se levantó.
Sus pasos eran firmes.
La espada real descansaba en su espalda.
Comenzó.
—Ola Ascendente… —dijo en voz baja, moviéndose como una ola que sube la playa.
—Cascada Partida… —cayó como una gota pesada desde el cielo.
—Remolino Estático… —giró como si los vientos lo impulsaran, sin perder su centro.
Y entonces…
Estallido del Acantilado.
La espada cortó el aire en línea recta.El sonido fue distinto.Una ráfaga salió despedida desde la punta.
Las hojas cercanas se agitaron como si una onda invisible hubiera pasado.Y en el suelo… una grieta leve apareció donde antes solo había tierra lisa.
Li Tian bajó la espada lentamente.
Su pecho se movía como un fuelle, pero su mirada estaba firme.
Li Shen, desde la distancia, no dijo una palabra.
Solo asintió.
Y con eso, la marea había cumplido su ciclo.
Li Tian no necesitaba palabras.
Ya no era solo un niño.
Era una roca que aprendió a moverse como el agua.Una ola que aprendió a romper montañas.