—Mamá, tomaré una pintura de esas cien pinturas; hay una que compraré; no te engañaré —Lu Zi Zhen había visto esas pinturas y la había ayudado a completar otras pinturas, las cuales conocía una por una en su corazón.
—¡Tú! Puedo pintar una para ti si quieres una —ella le dio un suave golpecito en la nariz sonriéndole cálidamente. Lu Zi Zhen era gentil y un chico amable que era emocionalmente inteligente desde pequeño. Tenía este pasatiempo favorito de coleccionar sus pinturas.
—No, quiero una de ese lote, pagaría una cantidad razonable de dinero. No pagaré menos de la cantidad esperada —fue debido a estas pinturas y diseños que habían contribuido significativamente al Conglomerado Lu, y esta vez, cualquier cantidad de dinero generada por las pinturas iría a su cuenta.
No es que ella no tuviera dinero; es solo que era su arduo trabajo, y merecía cada centavo.