—Está bien, ¿dónde está tu teléfono móvil y tu tableta? —Lu Zhi Hao extendió la mano y recibió su teléfono móvil. Lu Ting Zhou se lo pasó.
—¿Qué sucede, Papá? —después de pasarle el teléfono, preguntó con curiosidad, viéndolo colocarlo en el sofá.
—Simplemente deja el teléfono en casa, ¡no lleves ninguno! Y además, no uses reloj ni pulsera ni nada más. —Lu Ting Zhou no era tan inteligente como su hermano gemelo, ni como su hermanastro Lu Zi Zhen. Ellos detectarían fácilmente cualquier chip que pudiera rastrear su ubicación.
Lu Ting Zhou parpadeó, confundido y triste. Lu Wan Ruyi también se sorprendió por sus instrucciones, ¿acaso dudaba de él o algo así?
—¿Por qué? ¿Va a pasar algo en la gala? —No podía pensar mucho. Había perdido mucho dinero, su hermano resultó herido por eso, y ahora, sentía que le estaban ocultando cosas. Sabía que no era tan capaz, pero aun así, ¿no pueden decirle qué está pasando?