Los movimientos del hombre eran fuertes y concisos mientras atraía todo el cuerpo de Xia Chuyi hacia su abrazo.
El aroma de las hormonas masculinas, cargado con una cálida temperatura corporal, la envolvió por completo.
—¿Huo... Shiqian? —enterrada en sus brazos, preguntó suavemente, con voz llena de incertidumbre.
—Soy yo. —La sostuvo firmemente en sus brazos, liberando una mano para acariciar su cabeza.
Solo dos palabras, y el torrente de emociones de Xia Chuyi pareció finalmente encontrar una salida.
Se aferró a la ropa en su pecho, hundiéndose en su abrazo, mientras las lágrimas brotaban.
—¡Huo Shiqian! —Solo logró pronunciar su nombre antes de quedarse sin poder hablar más.
—Estoy aquí, estoy aquí —la consoló suavemente, dándole palmaditas en la espalda, con los ojos llenos de compasión.
A medida que él se volvía más gentil, sus lágrimas fluían con más fuerza.
—Xiao Gui, él... Xiao Gui, él... —sollozó, incapaz de terminar su frase.