Una Leyenda Repentina

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Les tomó casi una hora llegar al restaurante que Gray había elegido. Usaron uno de los coches de la familia Lancaster —en parte porque Gray no tenía uno, pero principalmente porque la seguridad de Chloe seguía siendo una prioridad máxima.

No se le permitía ir a ningún lado sin alguno de sus guardias asignados acechando a un lado.

Era comprensible, especialmente con lo rica que era su familia.

El restaurante estaba ubicado en un rincón tranquilo de la ciudad. No era muy conocido. En cambio, era un restaurante modesto, de tamaño mediano. No era caro ni barato.

Gray había trabajado allí una vez, hace años, fregando platos en la cocina trasera. Los dueños a veces le ofrecían comida gratis y le permitían llevarse algunas sobras de la cocina, conociendo su situación actual.

La comida allí siempre había sido increíble. Sabores ricos, pasta hecha a mano y salsas cocinadas a fuego lento durante horas por los mejores chefs.

Así que, nunca entendió por qué el lugar nunca despegó.