6. Hasta la última gota de sangre.

Rafael López, mi hermano mayor, estuvo ejerciendo como el regente de una prisión militar enemiga y a su vez como agente encubierto. No negaré que me molesté mucho al verlo, en vez de alegrarme.

Pasé un momento duro cuando se me informó de su captura y de la posibilidad de que hubiese sido eliminado por las fuerzas enemigas. De no ser por Zafiro, no hubiera salido rápido de ese agujero de depresión. Por eso no pude molestarme con ella después de ver su reacción al reconocer a mi hermano en el transporte. Me sentí engañado, pero no por ella.

No quise preguntarle si sabía que meses después nuestro padre había sido asesinado por un grupo de activistas antiguerras, y que un año después nuestra madre murió de un infarto. Todo ese tiempo pensé que había quedado solo en este mundo, y que el ejército era mi única familia.

Me imagino que en algún momento pudo existir la posibilidad de que nos informara que estaba vivo y no lo hizo. Al pensarlo bien, y recapacitarlo, entendí que no tuvo esa opción. No podía contactarnos sin poner en peligro su misión. Aun así, teníamos pendiente una plática para aclarar las cosas. En algún momento le debía dar la noticia de que nuestros padres estaban descansando en paz. No sabía si lo sabía o no. De igual, manera teníamos que hablarlo.

Un mes y medio había transcurrido desde que Rafael regresó a la base. Tuve varias oportunidades para abordar el tema, pero siempre decidía no hacerlo al último minuto porque no me sentía listo aún.

Raven nos informó de que la base donde nos encontrábamos era de un grupo de fuerzas especiales que el Imperio usaba para misiones clandestinas, resolver asuntos internos o probar tecnología prototipo de alto riesgo. También podían ejercer a su discreción como mercenarios para cualquier país perteneciente al imperio. Por lo general, eran contratados para controlar situaciones políticas, o detener grupos rebeldes donde la milicia o la policía no podían involucrarse.

El tiempo que estuvimos en la base en espera del regreso de mi hermano fue incómodo. El personal tenía el mínimo contacto posible con nosotros, fuera de los entrenamientos y pruebas de las máquinas. En lo demás, era parecido a los días previos a la misión, con las diferencias del caso.

Raven nos indicó que no nos preocupáramos, que el protocolo establecía que las fuerzas comunes deberían tener el menor contacto con las fuerzas especiales o de encubierto y viceversa. El reportarnos como un grupo de fuerzas especiales, que había sido entrenado y educado en las costumbres del NUS para ser agentes encubiertos, hacía que los demás mantuvieran su distancia.

Así, se podía evitar sospechas hacia nosotros por si se nos escapaba alguna costumbre muy propia de las regiones del sur o por si hablábamos en náhuatl.

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Nos reunimos en la sala de misiones donde Rafael nos explicó los pasos a seguir para poder salir de la base y regresar al sur. Por fin, algo bueno. Digamos que escuchar la lengua nórdica, era agobiante. Pero además quería tener otro encuentro de besos con Zafiro, pero ella se negaba hasta que saliéramos del lugar. Usaba como excusa decir que no era correcto y que teníamos que respetar las normas de la milicia. Solo puedo decir que tenía razón y dejé de insistir.

—Antes de ingresar a las unidades, recuerden que nuestro escuadrón se llama Blodløver— Nos informó Rafael—. Seguiremos usando los apodos que les asigné: Kobolt, Rubin, Ravn, Safir, Rev y Drage.

Alt du har gjort er å endre kallenavnene våre til norsk —dijo Cobalto en noruego.

—Correcto —dijo Rafael luego de una leve y corta risa—. Solo traduje sus apodos al noruego. Me alegra que hayas puesto atención en la academia, Kobolt —dijo mientras le guiñaba un ojo—. Es bueno conocer el lenguaje de tus «homólogos». Con lo que les mencioné al inicio, espero hayan comprendido todo, si no, pueden preguntarme en el camino. Pueden retirarse.

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El interior de la unidad enemiga era diferente al de nuestros AC. Después de todo este tiempo aún no me había acostumbrado, y no sabía si quería hacerlo. Olía a desinfectante. En realidad, podríamos decir que el aroma se parecía al de un hospital. Supongo que en parte provenía de los filtros de aire de las mascarillas de los cascos que usábamos. Con todo lo que nos pusimos, más parecía que pilotearíamos un avión de combate y no una unidad robótica humanoide llamada Loki; un prototipo basado en nuestros AC.

—Rev, du må ta hensyn til meg —dijo Rafael.

Beklager. Norsk er dårlig —respondí, usando mi noruego mascado para decir que no le entendí lo que dijo y que mi noruego era malo.

A diferencia de Cobalto y Rubí, yo no tomé clases adicionales de noruego. No tenía interés de aprender más allá de las clases básicas. Además, me era difícil aprender las diferencias entre los múltiples dialectos que existen. Aunque solo dos eran los oficiales, Norsk y Østnorsk. Tenían demasiados subdialectos para preocuparme por ellos.

—Entiendo. Lo que te decía era que me prestaras atención —dijo Rafael—. En general todos presten atención. Sé que no tuvieron mucha dificultad para adaptarse a la tecnología del norte. Los felicito por ello. Eso habla muy bien de ustedes. Por ello sé que lograremos cruzar la frontera fingiendo ser una unidad del norte, y llegar a una región neutra. Estando allí podrán pedir auxilio a su región de origen para ser rescatados.

—¿Y el resto de nuestros escuadrones? —pregunté.

—No tengo idea de dónde están o si están vivos aún. Ustedes tuvieron suerte de que los trasladaran a la prisión donde me encontraba. De todas formas, ya no quería estar allí. Hace tiempo logré cumplir la misión asignada —dijo Rafael y se quedó en silencio un rato, pensando—. Los méritos que conseguí me permitieron ocultarme como regente de la prisión. Pero ya estaba harto de estar allí. De alguna manera tenía que regresar a casa. Ustedes me dieron la excusa perfecta. Ya no hay tiempo, tenemos que irnos.

Kobolt y Rubin, vamos —dijo Raven mientras tomaba rumbo al Defensor.

—Ustedes dos— Ordenó Rafael en noruego a dos soldados de la base—. Ayuden a los soldados y al robot a preparar al Defensor.

Ja herre! —contestaron y acompañaron a Cobalto y Rubí.

Rafael nos llevó a nuestras unidades, y se retiró. Por fin era el momento de dejar el norte y regresar a casa.

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Mientras que nuestros AC se vestían como armaduras de combate de mayor tamaño, las unidades del norte se manejaban como vehículos utilizando pedales y palancas. Lo que me impresionó fue la cabina con pantallas que permitían una visión de 360 grados. Eso explicaba lo fácil que les resultó emboscarnos.

Tenía que aceptar que pilotear un Loki resultaba ser más cómodo que manejar el ACL. El precio de la comodidad se pagaba con la falta de precisión de las acciones, ya que apuntar con el movimiento de los brazos resultaba más preciso que con un control.

—Safir, Rev —dijo Rafael por la radio—. Veo que ya están listos en sus Lokis, excelente. No está de más recordarles que su denominación será Fenrir 2 y 3, damas primero. Fenrir 4 será el Helhest. Nosotros en el CT, seremos Fenrir 1. Iremos en formación diamante. Donde Fenrir 4 irá al frente, 2 y 3 a los lados, y nosotros atrás.

»En su consola principal encontrarán un botón que tiene grabado «LT-LNK». Al presionarlo, seleccionen la primera opción «Koble til verten». Les solicitará seis pares de caracteres. Digiten: 48, 61, 6E, 6E, 61 y 68. Con esto estableceremos una red local de información y comunicación entre las unidades.

—¿Todos listos para salir? —consultó Rafael por medio de la comunicación del LT-LNK y todos contestamos, «afirmativo»—. No se esfuercen mucho en fingir lo que no son.

Después de unos treinta minutos sin que pasara nada interesante más que encontrarnos con otro escuadrón que regresaba a la base de donde salimos, y tener conversaciones cortas de cómo nos sentíamos, Dragón cambió el tema de forma abrupta:

—Ya que estamos fuera de rango les puedo decir que la base en donde estábamos es parte de un grupo de mercenarios rebeldes, que no están totalmente a favor de las acciones de las Naciones Unidas de Ælagar. Pero no se dejen engañar, ya que si se da la necesidad pueden atacar al personal del Sur. La mayor parte del tiempo evitarán hacerlo, pero no se detendrán cuando sea necesario. Digamos que conozco a un par de personas influyentes quienes me debían un par de favores.

Eso, más lo que Raven nos dijo, aclaraba muchas cosas. En la guerra siempre se cometerán atrocidades para lograr ventajas sobre el enemigo. No siempre todas las personas estarán de acuerdo con esas acciones. En algunos casos, habrá grupos que pueden rebelarse en contra de su misma nación.

Las heridas psicológicas generan desconfianza, resentimiento y la necesidad de hacer cambios que promuevan la eliminación de las acciones injustas. No solo el Imperio de Ælagar tenía grupos así, también en el NUS existían; solo que, en nuestro caso, eran grupos de manifestantes que organizaban marchas. Se podría decir que teníamos mejor controlada a nuestra población. No, no es verdad, si lo fuera mis padres estarían vivos.

—Revisen las imágenes del mapa táctico —dijo Dragón—. Como podrán ver, estamos a un día del frente de batalla. Así que tenemos tiempo para que digan lo que necesiten decir y hacer lo que tengan que hacer. Por lo general no hay unidades del NUS tan arriba, por lo cual, no tenemos que preocuparnos de que nos ataquen por error.

—Reconozco el terreno —dijo Zafiro—. Aunque parezca contradictorio, deberíamos ir al norte, hacia el sector D3 en vez de bajar al C4. Allí encontraríamos un sistema de cavernas que nos llevaría al sector H5. Creo que nos tomaría más tiempo, pero evitaríamos encontrarnos con patrullas.

Las nomenclaturas de sectores que Zafiro usó, fue por la forma en la que los mapas aparecían en las pantallas tácticas de las unidades. Las letras están en el eje Y, con la A en el superior, y en el eje X iniciando con el cero a la izquierda.

—Parece que te has familiarizado rápido con los mapas —dijo Raven—. La ruta propuesta es menos peligrosa. No estoy seguro de que el defensor pueda pasar en la red de cavernas.

—¿Que sugieres, Raven? —dijo Rafael.

—No tengo nada que sugerir —respondió Raven.

—Raven tiene razón —dijo Zafiro—. No había considerado el tamaño del defensor, incluso con el modo oruga no podría pasar.

—Son grandes por fuera. No sé aún como podré estar tanto tiempo acá, son estrechos e incómodos por dentro—dijo Rubí.

—Yo estoy cómoda —dijo Cobalto—, y aún no me acostumbro a lo increíble que es esta torreta. Los controles son sensibles y precisos. Adoro la forma en la que puedo seleccionar con cuál módulo disparar: Individual, secuencial, agrupados o todos a la vez. Es increíble. Creo que con un poco más de práctica podría pegarle a una moneda.

—Siempre tan segura de ti misma —respondí al comentario.

—Cuidado con lo que digas después. Ya te tengo en la mira. Creo que con un par de ráfagas podría partir tu unidad en dos —dijo Cobalto y se escuchó un suspiro de Rubí.

—No lo dudo, pero después tendrías que vértelas conmigo —respondió Zafiro de forma amenazadora.

—Je… defendiendo a tu Zorrito. Está bien no haré nada más que darle un susto. Si es que se lo gana —dijo Cobalto en un tono de burla.

—¡Ya basta! Los tres me harán loca —reclamó Rubí—. Deberían…

—¡Atención! —dijo Rafael—. Seguiremos el rumbo actual por el momento.

Parte de mí quería que regresáramos rápido a terreno aliado. Deseaba sentir los labios de Zafiro de nuevo. Por otro lado, no quería regresar por la misma razón. Llegar a terreno aliado significaría que nos separarían para interrogarnos de forma individual. El llegar en unidades enemigas y con dos unidades prototipos podría levantar sospechas o que nos consideraran héroes. Pero eso no impediría que el personal de Inteligencia nos interrogara exhaustivamente y nos trataran casi como prisioneros hasta que se dieran por satisfechos. Luego nos ordenarían regresar al campo de batalla integrándonos a otras unidades. La posibilidad de que nos asignaran de nuevo a un mismo escuadrón era muy remota. Por otro lado, mientras estuviéramos en territorio enemigo, o en el frente de batalla, tenía la oportunidad de crear una situación que podría provocar ese ósculo que tanto deseaba.

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Con el paso del tiempo sentía el viaje más largo de lo que en realidad era. El estar en unidades enemigas me generaba una tensión que me había cambiado la perspectiva del tiempo. Ya no tenía el mismo entusiasmo con el que empecé la misión. Una misión fue suficiente para que me diera cuenta de la realidad de la guerra. Los equipos de batalla pueden verse geniales, asombrosos e intimidantes, pero en la guerra son otra cosa. Ser piloto de una de estas máquinas era el sueño de cualquier niño. Una idea implantada en ellos por medio de la propaganda militar de NUS. No se puede negar que los AC, así como las arañas, son una maravilla de ingeniería.

Hay que reconocer que, como seres pensantes, podemos ser capaces de darle forma a estas máquinas por medio de la ingeniería y la unión de miles de pequeñas piezas y componentes de diferentes tamaños, es impresionante. Lo malo, como siempre, es el uso que les damos para cumplir un papel de máquinas de destrucción en vez de usarlas para la edificación de una sociedad unida buscando el crecimiento como especie.

Me llenaba de tristeza la idea de conocer personas que podrían llegar a ser más que camaradas en la misión y desconocer si estarían vivas al finalizarla. Me preguntaba: ¿Sabrán los civiles por todo lo que tenemos que pasar para mantenerlos a salvo? Creo que no todos lo entendían. Lo podía asegurar porque, al empezar la misión, ni yo mismo tenía la más mínima idea de todo lo que me ocurriría para llegar hasta donde estoy. Ya ni recordaba cuáles eran mis objetivos cuando comenzó esta aventura… si es que le podemos llamar así. Hace un par de meses, era un cadete en un escuadrón de entrenamiento llamado Axolokuetspalin, y hoy estaba huyendo de los opresores del Imperio de Ælagar a una zona neutral para regresar al territorio de NUS.

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—¿Podemos detenernos por un momento? —dijo Zafiro.

—¿Algún problema? —consultó Dragón.

—No, solo que…. En unos momentos empezará la umbra. Quería disfrutarla por un rato antes de seguir. No sé si viviremos más tiempo.

—Eres toda una romántica —dijo Cobalto.

—Entiendo, es un deseo válido —dijo Dragón—. Pueden aprovechar el tiempo para caminar o cerrar los ojos diez minutos.

—Sí, me agrada la idea —dijo Rubí—. Pensándolo bien, mejor me quedo acá adentro, no sé si podré entrar de nuevo. Es increíble cómo pueden pasar tanto tiempo en esta cabina si es tan pequeña.

—Es el tamaño perfecto para mí —respondió Cobalto—, y eso que soy más grande que tú.

—En realidad la torreta tiene más espacio que la cabina de conducción —dijo Raven.

Movilicé mi unidad para estacionarla junto a la de Zafiro. Cuando llegué estaba fuera de la unidad, sentada con las piernas cruzadas. Salí de mi unidad y me acerqué hecho una bola de nervios, pensando en que ese podría ser el momento de sentir sus labios de nuevo. Mis manos se estaban poniendo frías con la idea.

—¿Estas bien, Zafiro?

—Feneco, José, estoy más que bien. Siéntate junto a mí por favor, hay algo de lo que tenemos que hablar.

—Está bien —dije y me senté a la par de ella con las piernas cruzadas. Qué bueno que tenía los guantes puestos. Así, no sentiría lo frías que estaban mis manos. El uniforme le sentaba bien. Como no permitía que se vieran sus propiedades, invitaba a mi imaginación a dibujar sus contornos.

—Cuando llegué a este mundo, me fascinó ver los anillos. Son hermosos. Es una lástima que no los tengamos en Cuscatlán —dijo Zafiro mientras observaba los anillos.

Me asombró escuchar sus palabras, en especial por el «cuando llegué a este mundo». ¿Por qué diría eso? ¿Acaso Zafiro no es la misma? ¿Desde cuándo está con nosotros?

Podría preocuparme por sus palabras, pero decidí no hacerlo, no después de las múltiples conversaciones con Raven.

Por momentos sabía que Cuscatlán era una ciudad del otro mundo que no estaba en guerra. Donde me gustaría estar, donde podría ser feliz.

—Sé que mis palabras pueden confundirte o asombrarte. No sé qué decisión vas a tomar —continuó Zafiro—. Cuando Raven me contactó en mi encarcelamiento, me explicó muchas cosas. Abrió mi mente y me confirmó que vivimos en muchos mundos con múltiples posibilidades. Por mi decisión, reconocí a Rikka en el café. Sí, desde entonces ya lo sabía todo —dijo mirándome a los ojos—. Ya había tomado la decisión. Es increíble la diferencia de espacio y tiempo de los eventos. Solo puedo decir que es una de las bellezas de la Meta-cuántica. En ese momento no sabía si ya habías tomado una decisión o no. José… mi José, fue difícil asimilar todas esas memorias y ponerles un orden lógico. No sé en qué momento pasó con las demás, ni cómo les afectó —suspiró—. Tuve suerte que me ocurrió en mi encarcelamiento.

—¿De qué me hablas Silvia? —pregunté de forma estúpida.

—José —dijo Silvia mirándome a los ojos. Parecía que miles de ideas pasaban por su mente. Tenía un rostro de preocupación. Suspiró—. Lástima, aún no te has decidido. Pensé que ya para esta altura lo habrías hecho —regresó su mirada a los anillos. El Sol ya se estaba ocultando detrás de ellos y la oscuridad estaba abrazando el cielo—. Un eclipse lunar es bello. Pero la umbra, wow, lo es más —suspiró de nuevo. Su rostro se miraba lleno de esperanza.

»Me encantan las noches de este mundo —continuó Zafiro—. No son tan oscuras como en otros. El reflejo del sol en los anillos ilumina el cielo mucho más que una noche de luna llena en Cuscatlán. No sé si podré dormir igual en las noches oscuras de Cuscatlán, Ares, o El Salvador, en fin. Esos bellos anillos son una bendición y una maldición a su vez.

—Es verdad —respondí después de un corto silencio. Me tardé en contestar a causa de que dijo «otros mundos» y eso me dejó pensando. Luego decidí que no valía la pena ocultar que también conocía sobre ellos—. Tal como dices, no he tomado la decisión que Raven comentó. La verdad es que… no sé qué decidir. La información de Raven fue muy vaga, y tengo demasiadas cosas en que pensar. Por lo que me comentas es una decisión impactante.

—Puede ser tan compleja o simple como tú lo desees. Ten en mente que puede afectar a muchas de tus realidades o solo a una. Pero tú decides.

—¿Qué fue lo que decidiste?

—No puedo decírtelo. No es porque no quiera —tomó una de mis manos y se inclinó, recostando su cabeza en mi hombro—. Mira, ya te disté cuenta, el sol quedará cubierto por los anillos de un momento a otro. Lo que me encanta es lo rápido que oscurece sin oscurecer.

Me acerqué a su rostro, con la intención de besarla. Ella se alejó un poco. Miró a mis ojos, y me quitó el casco luego de quitarse el de ella. La observé, y me acerqué de nuevo, esta vez sí me permitió juntar nuestros labios, bordeándolos con la punta de mi lengua mientras terminaba de oscurecer.

Nuestro momento lo interrumpió el sonido de un disparo de un arma corta. Se escuchó un segundo disparo. Nos levantamos y miramos hacia donde se producía el sonido de la muerte. Vimos que allí estaba Rikka, con un arma y en el suelo estaba el cuerpo de Rafael. No lo podía creer, ella había matado a mi hermano a sangre fría en un momento de descuido. Rikka pisó a Rafael en el pecho y le escupió.

—¡Cómo pudiste traicionar a Ælagar! No mereces vivir. Al final te convertiste en una escoria del Sur. Tiraste el honor de la familia al suelo —dijo Rikka entre lágrimas, ira y horror.

Quedé inmóvil, aterrado. Mi hermano mayor se convirtió en otro número más de las casualidades de la guerra. El dolor y la ira consumían mi alma. Maldita guerra. Estaba quitándome todo lo que me hacía feliz.

Otro disparo salió del arma de Rikka. Zafiro cayó de forma repentina a mi lado. Inmóvil, aterrado, miraba cómo el cañón del arma de Rikka se movía hacia mí. Derrotado, sin ganas de seguir viviendo, miré a Zafiro en el suelo. Su rostro tenía un agujero en el ojo derecho del que brotaba sangre. Sin control de mi cuerpo comencé a caer cuando el sonido de un arma de alto calibre me quitó la percepción de los sonidos. Rikka desapareció instantáneamente dejando un reguero de sangre, carne y vísceras esparcidas en el área. Al impactar mi cuerpo contra el suelo, se apagó el tinnitus que era lo único que existía en mi mente, y todo se tornó negro. En ese momento fuimos víctimas de la guerra… unos números más que probablemente no tendrían un impacto sustancial en el conflicto… ¿o sí?