Por la mañana el señor de los impuestos vuelve, Tarik ya esperándolo abre la puerta, el señor lo ve con cara de asco y Tarik llama a su padre.
- Aquí está la mitad del dinero - dice su padre - Mañana a primera hora le entregaré la otra mitad.
- Dije que su último día era hoy para pagar todo el monto. Lamentablemente tendré que entregar el informe al ayuntamiento.
- Ya le dijeron que se lo entregarán mañana señor - dice Tarik con furia.
Su padre le toca el hombro queriendo decir que se calme, Tarik se calma y el hombre se va. Luego de varios minutos de pensar en lo de anoche, le dice su padre que los ayudará convirtiéndose en un caballero. Tadeo piensa que es una locura, necesitan el dinero para ahora y el convertirse en caballero le tomará al menos unos años. Tarik convence a su padre diciéndole que si emprende el viaje será una boca menos que alimentar.
Esa noche, mientras todos duermen, Tadeo se queda despierto, reflexionando sobre las palabras de su hijo. Convertirse en un caballero no es tarea fácil, pero el nota que la determinación arde en su corazón. Al amanecer, decide visitar a un viejo amigo, un anciano herrero que habita casi a las afueras del pueblo, conocido por sus historias de batallas y nobleza.
- Hola viejo amigo - dice Tadeo - Necesito un favor tuyo.
- Las personas solo hablan con los viejos cuando los necesitan - responde el malhumorado anciano.
- Por favor, es algo importante. Es sobre mi hijo.
- Mmm... Cuéntame.
Tadeo le cuenta el problema de dinero que tienen y la solución de su hijo de convertirse en caballero. El anciano le responde a Tadeo diciendo que el camino para llegar a la Ciudad Azulona es muy peligroso. Está lleno de animales salvajes, saqueadores y soldados de mala fe. Tadeo aunque escucha todo esto está seguro de que su hijo con el corazón de acero podrá superar todo esto. El anciano dice que acompañará a Tarik la mitad del camino mientras lo entrena, después lo dejará con una conocida para que lo lleve hasta el reino. Tadeo asiente y le agradece al anciano.
Esa misma tarde Tadeo ayuda a empacar a Tarik para su viaje. Su madre le entrega su antiguo osito de peluche - Este peluche te ayudó cuando llegaste aquí siendo un pequeño niño, también te protegerá ahora - le dice su madre con lágrimas en los ojos. Con un nudo en la garganta, Tarik abraza a sus padres, sintiendo el peso de la responsabilidad y la esperanza que depositan en él.
El anciano herrero lo espera en las afueras del pueblo con un caballo desnutrido y descuidado, Tarik lo ve algo desconcertado pero el anciano le dice que el caballo es muy fuerte y en su juventud fue el caballo más rápido de la región. Juntos, emprenden el camino hacia la Ciudad Azulona. Durante el viaje, el anciano comparte historias de valentía y honor, como cuando derrotó un monstruo en un lago.
- Era usted muy fuerte señor - dice Tarik asombrado por sus historias.
- Y lo sigo siendo muchacho, puedo estar anciano pero sigo siendo igual de fuerte que en mi juventud - dice el anciano con confianza.
Estos siguen por el camino recto, el caballo por unos momentos empieza a asustarse. El anciano intenta tranquilizarlo pero el instinto del caballo no falla, de los arbustos salen 3 perros salvajes hambrientos, estos los persiguen con rabia. El caballo aunque desnutrido demuestra que es rápido, este corre y corre mientras Tarik y el anciano se aferran a él para no caer.
- ¡Muchacho! - grita el anciano - Toma este palo, golpéalos en la cabeza.
Tarik toma el palo y los intenta golpear pero falla varias veces, uno de los perros salta y muerde el palo quitándoselo de la mano a Tarik. Con el corazón latiendo con fuerza, Tarik se aferra desesperadamente al caballo mientras los perros siguen tras ellos. El anciano, viendo la situación crítica, saca una pequeña daga que llevaba oculta en su bota y, con un movimiento rápido y preciso, logra ahuyentar a uno de los perros, hiriéndolo levemente en una pata.
- ¡Sujétate fuerte y no pierdas la calma! - le grita el anciano a Tarik, quien trata de mantener la compostura.
El caballo, sintiendo el peligro inminente, acelera aún más, dejando atrás el eco de los ladridos furiosos. Finalmente, después de un frenético trecho, logran llegar a un claro seguro donde los perros, cansados y heridos, se detienen y retroceden. Tarik todavía temblando por la adrenalina, mira al anciano con admiración y agradecimiento.
- Gracias señor, no sé qué hubiera hecho sin usted.
- Esto es solo el comienzo muchacho. El camino de un caballero está lleno de pruebas, pero veo que tienes valor en tu corazón. Vamos, aún tenemos un largo camino por delante.
Con renovada determinación, Tarik y el anciano continúan su viaje, cada uno más consciente de los desafíos que aún quedan por enfrentar, pero también más seguro de que, juntos, podrán superarlos.