Vivimos en un mundo donde nos matamos a nosotros mismos. Donde en vez de llorar de emoción, lloramos de lamentación. Lamentación porque gente sin alma hace daño a otros. Un día soñé con un mundo, un mundo que no era gris. Donde en vez de llenar el firmamento con olas de sufrimiento, había olas de paz. Paz que arrasaba, pero sin violencia, contra los ladrones y asesinos. Un día soñé con un mundo diferente. Es un mundo de locos en el que los castigos no parecen ser pocos: hambre, guerras y epidemias. Todo ello mientras el cielo con su mismísima gloria espera nuestro cambio. Un día soñé con un mundo en donde reinaba la paz. Un día soñé con un mundo en el que no hacía falta que las chicas salieran acompañadas por un chico para que no las hicieran nada. Con el puño en el pecho, me arrepiento de que ocurra eso, y mientras las víctimas secan sus lágrimas, los culpables a la tierra matan