Capítulo 37 – Sombras del Agua y Duelo del Corazón

El sol se alzaba sobre la arena mágica, lanzando destellos dorados sobre el círculo de combate. El siguiente duelo era uno que muchos esperaban con ansias: Emma, la bruja semi humana, contra su eterno rival: Zack, el brujo de agua, hijo de una influyente familia que despreciaba a los no puros.

Zack, de cabello azul oscuro y ojos helados, cruzó el campo con arrogancia, rodeado de una niebla fría que emanaba de su magia. Emma, con su largo cabello morado ondeando, caminó con calma, aunque su mirada ardía con una furia contenida.

—¿Lista para volver al pantano del que saliste, bruja? —provocó Zack, creando látigos de agua giratoria a su alrededor.

Emma no respondió con palabras. En su lugar, alzó una mano y el suelo bajo sus pies se llenó de runas flotantes. Su cuervo hechicero descendió en silencio, posándose sobre su hombro.

—Ya no soy la niña que dejaste llorando en aquel templo —dijo Emma, y la batalla comenzó.

Zack desató una tormenta de proyectiles líquidos a presión, pero Emma los desvió con barreras formadas por sombras arcanas. Su contraataque fue veloz: raíces negras surgieron del suelo, intentando atrapar los pies de su enemigo.

El agua de Zack se volvió una serpiente líquida que mordía y disolvía la oscuridad de Emma, pero ella no retrocedió. Con un grito y un gesto, transformó su cuervo en una lanza de energía oscura que lanzó directamente al pecho de Zack.

El brujo esquivó, pero no sin recibir una herida profunda en el hombro. El público contenía el aliento. El duelo se volvió una danza feroz entre oscuridad y agua, hasta que Emma, con un giro de muñeca, invocó un círculo de magia prohibida. Sombras envolvieron a Zack, congelando sus movimientos.

—Yo… no soy menos que tú —dijo ella con calma—. Soy más.

Con un estallido de energía, la explosión final lo arrojó fuera del círculo. El silencio fue absoluto.

—Ganadora del combate: Emma de la Luna Negra —declaró Trébol con solemnidad.

Zack, humillado, fue atendido por sanadores. Emma solo bajó la mirada, con el corazón latiendo con fuerza. Tony, desde las gradas, la observaba con asombro y admiración sincera.

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Más tarde ese día, el escenario se preparó para otro combate, esta vez cargado de emociones personales.

Dana vs Liana.

Ambas chicas se encontraban una frente a la otra, bajo la atenta mirada de Ares, Agust, Tony y cientos de estudiantes.

Dana ajustó sus guantes eléctricos, y Liana respiró hondo, sintiendo cómo la naturaleza respondía a su llamado. Sus miradas se cruzaron, y no había odio… pero sí decisión.

—¿Lista para esto? —preguntó Dana.

—Siempre lo he estado —respondió Liana, su voz más firme de lo habitual.

Ambas sabían lo que estaba en juego. Y no era solo una victoria en el torneo.

Era el corazón de Ares.

—¡Comiencen! —gritó Trébol.

Y el duelo comenzó, con rayos y raíces cruzando el aire, mientras el destino de sus sentimientos se escribía en la arena.

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