Capítulo 36 – La Carrera de Monstruos

El cielo estaba despejado y la multitud rugía en las gradas de la Academia Mágica Suprema. Banderas ondeaban con los colores de cada equipo, y el ambiente era eléctrico. Había llegado el esperado Festival del Trienio, y la primera modalidad no era otra que la frenética y peligrosa Carrera de Monstruos.

Cada participante debía montar a su familiar y recorrer un circuito mágico plagado de obstáculos, criaturas salvajes y trampas elementales. El objetivo no era solo la velocidad, sino también el control y la resistencia.

—Participantes al centro de la pista —anunció la voz amplificada del profesor Trébol, que hacía de maestro de ceremonia.

Entre los nombres llamados, destacaban tres: Ares, montado sobre Blue, su majestuoso dragón de fuego azul; Agust, que avanzaba con paso firme sobre su lobo de hielo, veloz y letal; y Emma, que flotaba con elegancia sobre su cuervo hechicero, una criatura oscura de mirada sabia y alas brillantes.

Al oír el gong de inicio, la carrera comenzó con un estallido de emoción.

Blue se impulsó como un relámpago, surcando el cielo con fuerza brutal. Ares, con una mezcla de concentración y adrenalina, dominaba el vuelo con una seguridad que impresionó incluso a sus rivales.

Agust lo seguía de cerca, su lobo zigzagueando entre rocas y ráfagas heladas como una sombra blanca. El príncipe apretaba los dientes, negándose a ceder el primer lugar ante Ares.

Emma, más táctica que veloz, utilizaba hechizos ilusorios para esquivar trampas y distraer a los monstruos salvajes del camino, lo que le permitió adelantar a varios competidores y mantenerse entre los primeros.

Un campo de fuego apareció de pronto en el tramo final. Mientras los demás vacilaban, Ares gritó con decisión:

—¡Blue, abajo!

El dragón descendió en picado, atravesando las llamas sin miedo, mientras su jinete cubría el rostro con una capa encantada. Fue arriesgado, pero esa jugada le hizo tomar una ventaja definitiva.

Con un último impulso, Blue cruzó la meta en un torbellino de fuego azul, seguido de cerca por el gélido lobo de Agust. Emma llegó cuarta, solo unos segundos detrás del tercer lugar, aún jadeante pero sonriente.

—¡Primer puesto para Ares! —gritó Trébol con entusiasmo—. Seguido de Agust y en cuarto lugar, Emma. ¡Qué manera de comenzar el festival!

Desde las gradas, Dana se mordía el labio inferior, observando a Ares con ojos brillantes de emoción.

—Está cambiando —susurró—. Y cada vez me gusta más.

Liana, sentada a su lado, no respondió. Sus ojos estaban clavados en el cielo donde el dragón descendía con su jinete. Pero su mirada no era de admiración… sino de conflicto.

El torneo apenas comenzaba. Y con él, las emociones que harían de este festival… algo inolvidable.