La niebla se cernía sobre Londres como un manto de seda gris, envolviendo las calles y edificios en un misterio impenetrable. La ciudad parecía un lugar de ensueño, donde la realidad se mezclaba con la fantasía. Emily se despertó temprano, sintiendo el frío húmedo de la niebla que se filtraba por las ventanas de su habitación en la pensión de la señora Jenkins. Se levantó de la cama y se acercó a la ventana, corriendo las cortinas para dejar entrar la luz débil del amanecer. La niebla se arremolinaba en la calle, haciendo que los faroles de gas parecieran luciérnagas en la oscuridad.
Emily se vistió rápidamente, poniéndose un traje de tweed marrón y un sombrero de fieltro negro. Se miró en el espejo, ajustando su cabello oscuro y su rostro pálido. Estaba nerviosa, sabiendo que hoy era el día en que iba a conocer al inspector Thaddeus, un hombre que podría cambiar su vida para siempre.
Bajó a la cocina, donde la señora Jenkins estaba preparando el desayuno. La señora Jenkins era una mujer amable y sabia, con un corazón de oro y una sonrisa cálida. Emily la apreciaba mucho, y se sentía afortunada de tenerla como amiga y mentora.
"Buenos días, Emily", dijo la señora Jenkins, sonriendo. "¿Estás lista para tu reunión con el inspector Thaddeus?"
Emily asintió con la cabeza, sintiendo un nudo en el estómago. "Sí, señora Jenkins. Estoy lista".
La señora Jenkins le sirvió una taza de té y un plato de tostadas. Emily se sentó a la mesa, comiendo y bebiendo en silencio mientras pensaba en lo que iba a decirle al inspector Thaddeus. Sabía que era una oportunidad única, y no quería dejarla escapar.
Después de desayunar, Emily se puso su abrigo y salió a la calle. La niebla se cernía sobre ella, haciéndola sentir como si estuviera caminando en un sueño. Caminó rápidamente, sus pasos resonando en la calle vacía. Llegó al edificio de la policía y subió las escaleras, sintiendo su corazón latir con anticipación.
El inspector Thaddeus la recibió en su oficina, un hombre alto y delgado con ojos penetrantes y un rostro serio. Emily se sintió intimidada al principio, pero el inspector Thaddeus sonrió y la invitó a sentarse.
"Buenos días, señorita...?", dijo, mirándola con interés.
"Emily", respondió ella, sintiendo su voz temblar ligeramente. "Soy Emily".
El inspector Thaddeus asintió con la cabeza. "Señorita Emily, he oído hablar mucho de usted. Me dicen que tiene un talento natural para la detección".
Emily se sintió un poco sorprendida, pero también halagada. "Sí, señor", dijo. "Me gusta resolver misterios y descubrir la verdad".
El inspector Thaddeus sonrió. "Me parece que tiene potencial. ¿Quiere trabajar conmigo en un caso?"
Emily se sintió emocionada, sabiendo que era la oportunidad que había estado esperando. "Sí, señor", dijo. "Me encantaría".
El inspector Thaddeus asintió con la cabeza. "Excelente. Tengo un caso que requiere una mente aguda y una buena dosis de instinto. ¿Está lista para escuchar?"
Emily asintió con la cabeza, sintiendo su corazón latir con anticipación. "Sí, señor. Estoy lista".
Y entonces, el inspector Thaddeus comenzó a hablar, contándole a Emily sobre un caso misterioso que había estado investigando durante semanas. Un relojero había desaparecido, y la policía no tenía pistas sobre su paradero. El inspector Thaddeus creía que Emily podría ser la clave para resolver el caso.
Emily escuchó atentamente, sintiendo su mente trabajar a toda velocidad. Sabía que este caso iba a ser un desafío, pero estaba lista para aceptarlo. Estaba lista para demostrar su valía como detective, y para descubrir la verdad detrás de la desaparición del relojero.