Emily caminó por las calles empedradas de la ciudad, la niebla envolviéndola como un manto de seda gris. La luz de los faroles de gas se reflejaba en la niebla, creando un efecto de halos de luz que parecían flotar en el aire. Después de unos minutos de caminar, llegó al taller de Henry Wilson, un pequeño edificio de ladrillo con una ventana que daba a la calle. La puerta estaba cerrada, pero Emily podía ver una luz débil en el interior.
Llamó a la puerta y esperó. Después de un momento, la puerta se abrió y una mujer delgada y pálida la miró con ojos cansados. La mujer tenía el cabello oscuro y despeinado, y su rostro estaba marcado por la preocupación y el miedo.
"¿Sí?", preguntó la mujer, su voz temblorosa.
"Soy Emily", dijo ella. "El inspector Thaddeus me envió para investigar la desaparición de su esposo".
La mujer asintió con la cabeza y se hizo a un lado. "Soy la señora Wilson", dijo. "Por favor, entre".
Emily entró en el taller y miró alrededor. El lugar estaba lleno de relojes y herramientas, y había un olor a aceite y a metal en el aire. La señora Wilson la llevó a una pequeña habitación en la parte trasera del taller, donde había una mesa y algunas sillas.
"¿Qué puedo hacer para ayudar?", preguntó Emily, sentándose en una de las sillas.
La señora Wilson se sentó frente a ella y miró a Emily con ojos desesperados. "Mi esposo ha estado actuando de manera extraña en los días previos a su desaparición", dijo. "Estaba nervioso y distraído, y había recibido varias cartas misteriosas".
Emily asintió con la cabeza. "El inspector Thaddeus me dijo. ¿Tiene alguna idea de qué podría haber causado esto?"
La señora Wilson negó con la cabeza. "No, no tengo idea. Henry siempre ha sido un hombre tranquilo y sensato. No sé qué podría haberlo llevado a actuar de esta manera". Mientras hablaba, se le llenaron los ojos de lágrimas y Emily se sintió un poco conmovida.
"¿Puedo ver las cartas que recibió su esposo?", preguntó Emily, sacando las cartas del sobre que le había dado el inspector Thaddeus.
La señora Wilson asintió con la cabeza y le entregó algunas cartas más. Emily las examinó cuidadosamente, buscando cualquier pista que pudiera ayudar a encontrar a Henry. Mientras las leía, se dio cuenta de que las cartas parecían ser de alguien que conocía a Henry, alguien que sabía cosas sobre él que no eran públicas.
De repente, Emily se detuvo en una de las cartas. Había una frase que la había llamado la atención: "No puedes escapar de tu pasado". La letra era la misma que en las otras cartas, pero esta vez había algo más. Un pequeño símbolo en la esquina de la carta, un símbolo que Emily no reconocía.
"¿Qué significa esto?", preguntó Emily, mostrándole la carta a la señora Wilson.
La señora Wilson miró la carta y se puso pálida. "No lo sé", dijo. "Pero creo que podría ser importante".
Emily asintió con la cabeza. "Lo investigaré", dijo. "¿Hay algo más que pueda hacer para ayudar?"
La señora Wilson pensó durante un momento. "Sí, hay algo", dijo. "Henry tenía un diario. Lo guardaba en un cajón de su escritorio. Tal vez puedas encontrarlo".
Emily asintió con la cabeza y se levantó. "Lo buscaré", dijo. Mientras buscaba en el escritorio de Henry, se dio cuenta de que el diario no estaba allí. Pero había algo más que la hizo detenerse. Un pequeño trozo de papel con una dirección escrita en él. La dirección de un lugar que Emily no conocía.
"¿Qué es esto?", preguntó Emily, mostrándole el papel a la señora Wilson.
La señora Wilson miró el papel y se puso pálida. "No lo sé", dijo. "Pero creo que podría ser importante".
Emily asintió con la cabeza. "Lo investigaré", dijo. Mientras se despidió de la señora Wilson y salió del taller, se sintió un poco más cerca de resolver el misterio de la desaparición de Henry. Pero también se sintió un poco más asustada.