Capítulo 44: El Sabor del Dolor

La sangre de Victoria aún persistía en la lengua de Zayn, el ardor de su marca pulsando bajo su piel como una victoria.

Su cuerpo temblaba, no por miedo, sino por triunfo. Él la había marcado. Él la había elegido. Por fin.

Ella se movió en su regazo, los muslos desnudos aferrándose a los suyos mientras se inclinaba de nuevo, su boca rozando el borde de su mandíbula. Sus labios se separaron, su aliento cálido contra su piel, y sus caninos se alargaron, afilados y brillantes.

Ahora, pensó. «Ahora lo haré mío también».

Inclinó la cabeza, dirigiendo su boca hacia la curva del cuello de él, los dientes suspendidos justo sobre la tierna carne de su hombro.

Pero antes de que pudiera hundirlos, Zayn se movió.

Sin darse cuenta de su intención, él se levantó bruscamente de la silla, levantándola en sus brazos como si no pesara nada. Su cuerpo se sacudió, los labios cerrándose justo antes de tocar su piel.

—Quiero terminar esto en otro lugar —dijo él con aspereza, su voz baja, ilegible.