Correr de cabeza hacia el peligro no era algo que ella pensara que haría alguna vez. Mientras sus pulmones ardían y sus músculos dolían, la determinación de Lily comenzó a desmoronarse. Los gritos que la rodeaban la arrastraron de vuelta a la realidad.
Vio cómo un guardia era derribado al suelo.
Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una bestia enorme y retorcida lo despedazara. La sangre se esparció por el campo en largas y horribles franjas. Sus gritos se convirtieron en sonidos húmedos y ahogados, y luego... silencio.
Las piernas de Lily flaquearon. Otra trabajadora, una chica quizás solo un año mayor que ella, intentó correr. No logró dar dos pasos antes de que una segunda bestia se estrellara contra ella desde un costado. La chica cayó con fuerza, sus extremidades agitándose, su cuerpo arrastrado por la tierra. Luego vinieron los desgarros y los crujidos.