El agudo escozor del antiséptico hizo que Lily se estremeciera mientras Talia limpiaba la herida fresca en su espalda. Por suerte para Lily, la herida no era profunda.
—Eres más fuerte de lo que pareces —comentó Talia, limpiando la herida suavemente—. La mayoría de las personas habrían gritado de dolor cuando ese látigo golpeó. Sin embargo, te mantuviste firme frente a todos.
Los dedos de Lily se aferraron a las sábanas debajo de ella. Estaba acostada boca abajo, con su vestido rasgado recortado para exponer su espalda herida. A pesar del toque suave de Talia, cada roce enviaba nuevas oleadas de dolor por su cuerpo.
Desde la esquina de la habitación, Zayn observaba en silencio. Su rostro permanecía indescifrable, pero sus ojos nunca abandonaron la espalda de Lily. Su mandíbula apretada traicionaba su calma exterior.
—La herida no es muy profunda —continuó Talia, alcanzando vendas frescas—. Pero con tu curación más lenta, necesitamos asegurarnos de que no se infecte.