—¡Apresúrense! —ladró Ezra a sus hombres, su rostro tenso por la urgencia—. ¡Nos estamos quedando sin tiempo!
El aire en la cueva estaba tenso. Lily observaba mientras los guerreros de la manada luchaban por asegurar las cadenas de plata alrededor de Zayn. Las sombras bailaban contra las ásperas paredes de piedra, proyectadas por las antorchas que iluminaban la cueva con un resplandor anaranjado siniestro.
Afuera, la luna llena colgaba en el centro del cielo nocturno.
Un rugido escalofriante brotó de la garganta de Zayn mientras se doblaba, su cuerpo contorsionándose de manera antinatural.
—¡Mierda! —maldijo Zayn cuando sus rodillas golpearon el suelo. La transformación había comenzado antes de lo previsto. El corazón de Lily martilleaba contra sus costillas mientras observaba horrorizada, con la espalda contra la pared de la cueva.
—¡Restríñanlo ahora! —gritó Ezra, abalanzándose hacia adelante con un tramo de cadena impregnada de plata.