Los dedos de Lily se movían con cuidado, siguiendo la demostración de Shirley del complejo signo.
—Excelente —elogió Shirley con un asentimiento—. Tu progreso es notable, Lily. Pronto podrás expresarte sin esa libreta.
Lily sonrió, el orgullo calentando su pecho. Sus manos se habían vuelto más seguras en los últimos días, aunque todavía mantenía su libreta cerca. Una manta de seguridad que no estaba lista para abandonar.
Shirley ajustó sus gafas.
—Ahora, intentemos algo más desafiante. ¿Cómo harías el signo para...
Un golpe brusco la interrumpió. La puerta se abrió antes de que cualquiera pudiera responder, revelando el rostro tenso de Ezra. Su habitual apariencia estoica había desaparecido. Se veía desarreglado—camisa arrugada, cabello sin peinar.
—Disculpen la interrupción —dijo, sin sonar arrepentido en absoluto. Sus ojos se fijaron en Lily—. Necesito hablar contigo. En privado.
Lily intercambió una mirada con Shirley, quien pareció sentir la urgencia.