El río estaba tranquilo, salvo por el suave sonido del agua fluyendo y el ocasional susurro de las hojas en el viento. Lily estaba sentada con el agua hasta la cintura, los brazos alrededor de sus rodillas, los ojos mirando fijamente la superficie del agua. El reflejo de la Luna brillaba allí, suave y plateado.
Dejó que el agua corriera sobre su piel, frotando más fuerte de lo necesario para lavar todo—la suciedad, el sudor... la vergüenza. Pero el recuerdo se aferraba obstinadamente, como una mancha bajo la superficie.
La ardiente necesidad que corría por su cuerpo se había vuelto tan intensa, que había hecho lo único que se le ocurrió para evitar desmoronarse por completo—se había dado placer a sí misma. Sola, temblando y desesperada.
La liberación había mitigado la intensidad, pero no había borrado la verdad que la atormentaba aún más—en lo peor del momento, en la bruma del afrodisíaco, era a Zayn a quien su cuerpo había deseado. \