Capítulo 34: Ruina y Alivio

El ambiente en el salón del jardín había cambiado.

Las risas ebrias resonaban por todo el suelo, mezcladas con el sonido de piel contra piel, de gemidos detrás de máscaras, y el aroma a vino y sudor que se aferraba al aire nocturno lleno de pecado. Bajo la luz plateada de la luna llena, nada era sagrado.

—Traigan al siguiente —alguien llamó.

Las puertas se abrieron, y varios guardias arrastraron una figura al salón.

Jadeos y risas dispersas ondularon entre la multitud.

Xavier Brightpaw.

Su cabello colgaba en mechones grasientos, su cuerpo cubierto de cicatrices y moretones, el collar alrededor de su cuello arrastrando una cadena tras él. Tropezó cuando lo obligaron a arrodillarse en el centro del salón, brazos flácidos, ojos vidriosos.

La risa de la Reina Luna fue la primera en cortar el silencio. Libre, como si nada en el mundo le molestara. Como si fuera dueña del mundo.