La cuchara de Lily se le escapó de la mano y cayó al suelo con estrépito.
Su corazón latía con fuerza en su pecho. Sus rodillas golpearon el suelo junto a la silla de él mientras se dejaba caer frente a él, con la cabeza inclinada, las manos temblorosas aferrándose al borde de sus pantalones.
—Por favor. No me hagas ir.
No tenía voz, pero todo en su postura—sus dedos temblorosos, sus ojos grandes y desesperados—gritaba las palabras que no podía pronunciar. Seguía sacudiendo la cabeza, suplicando no ir.
Zayn la miró desde arriba, frunciendo el ceño.
—Levántate —dijo en voz baja.
Ella sacudió la cabeza con fiereza, las lágrimas ya corrían por sus mejillas. Luego agarró su bota con fuerza, tratando de mantenerse firme, tratando de suplicar. Sus labios se movían, intentando formar palabras que no salían.
—Esto no es una opción —dijo firme y frío—. Asistirás te guste o no. Es una orden.