El grito de Martha desgarró el aire mientras veía la sangre acumularse alrededor del estómago de Lily donde acababan de hundir el cuchillo. La criada luchaba contra las manos que la sujetaban, su rostro contorsionado por el horror.
—¡Detengan esto! ¡La van a matar! —gimió Martha, su voz quebrándose por la desesperación—. ¡La van a matar!
El hombre que había apuñalado a Lily giró ligeramente la hoja antes de sacarla, haciendo que Lily se arqueara en silenciosa agonía. Su boca se abrió en un grito sin sonido mientras las lágrimas corrían por su rostro manchado de tierra. Otro miembro de la manada se acercó con un cuenco de madera, recogiendo la sangre que fluía de su herida.
—Esto debería ser suficiente para el Alfa —murmuró el hombre, observando cómo el cuenco se llenaba de líquido carmesí—. Su vida vale más que la de ella. Si no es suficiente, hay más de donde vino esto.