Propiedades

Eira suspiró. —Está bien. Tengo que irme —dijo mientras entraba al coche.

—Oh, antes de que se me olvide. Ten esto —dijo Jania, lanzándole un pequeño objeto.

Eira lo atrapó y lo examinó.

—Es una memoria USB que contiene todas las confesiones de los cautivos. Han lo grabó —dijo Jania, metiendo una de sus manos en su bolsillo.

Eira asintió. —Gracias, lo había olvidado por completo.

—Sí, no es nada. Adiós. —Jania sonrió y ayudó a cerrar la puerta.

Devolviéndole la sonrisa, Eira se despidió con la mano mientras el coche salía de la mansión.

Eira abrió la puerta del coche y caminó a través de la puerta abierta hacia la mansión. Se dirigió directamente a su habitación. Una vez dentro, cerró la puerta tras ella, sacó su teléfono del bolsillo y lo arrojó sin ceremonias sobre la cama antes de dirigirse al baño, quitándose la ropa en el camino.

Casi veinte minutos después, Eira salió con una toalla envuelta en su cabello y otra atada alrededor de su cuerpo.