—Ephyra sonrió—. Lo es. Impresionantemente engañosa.
—¿Engañosa? ¿En qué sentido? —Malia alzó una ceja, intrigada.
—Está en su tono, en su elección de palabras —Ephyra inclinó ligeramente su copa, observando las burbujas del champán—. Quiere que todos vean perfección—una imagen inquebrantable de armonía y progreso. Pero la perfección es una máscara. Y las máscaras, por muy bien elaboradas que estén, siempre se agrietan bajo presión.
—¿Entonces crees que hay algo extraño en esta asociación? —Orla, que había estado observando en silencio, también se inclinó hacia delante.
—¿Tú qué crees? —los labios de Ephyra se curvaron en una leve sonrisa burlona.
—Creo que todo es una farsa —dijo Malia con aire de suficiencia, levantando la barbilla.