El primer segmento de la velada se desarrolló como el evento oficial de la escuela. El ambiente del salón de baile cambió ligeramente cuando la voz de un presentador resonó, llamando la atención de los invitados hacia el podio en la parte delantera de la sala. Las arañas de cristal proyectaban un suave resplandor, acentuando el atril dorado donde un ex alumno se preparaba para pronunciar un discurso.
La voz del maestro de ceremonias resonó:
—Damas y caballeros, es un placer dar la bienvenida a uno de nuestros ex alumnos más destacados, el Dr. Gerald Thorne —un investigador célebre y, aunque él se niega a admitirlo, un hombre con un sentido del humor sin igual. Dr. Thorne, el escenario es suyo.
Una ola de risas corteses recorrió la sala mientras el Dr. Thorne —un hombre de unos cuarenta y tantos años con cabello canoso y una sonrisa encantadora y autodespreciativa— tomaba el podio. Ajustó su corbata y dio unos golpecitos al micrófono, fingiendo confusión.