Dax observaba junto con el resto de ellos.
La figura que estaba en el umbral de la enfermería era su Alfa... pero no se parecía en nada a Kieran.
Era la muerte encarnada.
Estaba allí en su forma de lobo... una visión rara en sí misma... sin embargo, había más. Su lobo era mucho más grande de lo que Dax había visto jamás, con músculos enrollados como cables de acero bajo un pelaje negro chamuscado... y literalmente se alzaba sobre el campo de batalla.
Su hocico estaba retraído en un gruñido, revelando colmillos que brillaban más como dagas bajo la luz de la luna que como dientes reales. Pero no era solo su tamaño lo que congeló a los Colmillos Sangrientos en medio del ataque.
Era el aura.
Una dominación sofocante y aplastante emanaba de él en oleadas, presionando sobre cada lobo presente. Los guerreros más débiles... tanto Lunas Negras como Colmillos Sangrientos... se tambalearon bajo su peso. Dax miró alrededor. Todos podían sentirlo.