Trato...

—¡Estás siendo paranoica!

La luz de la luna se filtraba a través de las retorcidas ramas sobre su cabeza. Cada crujido de una ramita, cada susurro de hojas hacía que el pulso de Mango se acelerara. Agarró su bastón con más fuerza, ¡las runas a lo largo de su longitud parpadeaban débilmente!

Algo andaba mal.

Un cuervo graznó sobre ella.

El viento aullaba como una bestia herida. Azotaba a través de rocas irregulares y árboles muertos. Mango se ajustó la capucha con más fuerza, preparándose contra las ráfagas. El retorcido sendero ante ella apenas era un camino, más bien una sugerencia de por dónde otros podrían haber caminado antes de morir o desaparecer. Sus botas crujían sobre la tierra ennegrecida, suave en lugares donde las cenizas aún ardían de algún fuego distante. Cada paso se sentía como una intrusión.