¿Quién es ella?

Otoño corrió de vuelta hacia la enfermería, aferrando la tintura de salvia en una mano y el resto de las hierbas en la otra.

La botella azul con su delicado hilo plateado se balanceaba precariamente entre sus dedos mientras abría la puerta... Mango casi chocó con Otoño cuando ella abrió de golpe las puertas de la enfermería, su capa rozando la cara de Otoño como el susurro de un fantasma.

—¡Cuidado! —espetó Mango, con voz inusualmente cortante y grosera, con los ojos moviéndose nerviosos detrás de ella como si algo la estuviera persiguiendo.

Otoño tropezó, agarrando la delicada bandeja de hierbas y tónicos, manteniendo bien el equilibrio cuando sus botas resbalaron ligeramente en el suelo de piedra lisa.

—Oh... perdón, perdón... mierda...

Pero ya era demasiado tarde. La bandeja se inclinó, y una cascada de cristales, azules y verdes, cayó por el aire.