Dudar

—¡Aquí! Esto se encargará de cualquier efecto persistente —dijo Mango, entregándole un vaso alto de líquido verde turbio.

Otoño y Mango estaban de pie, lado a lado, en el mostrador de la enfermería, con el aroma de hierbas y hojas trituradas flotando denso en el aire. La luz de la tarde entraba por las ventanas con listones, proyectando franjas doradas a través del suelo.

Otoño miró el líquido con cautela. —Parece algo que salió arrastrándose de un pantano. —Acercó su nariz al vaso como si pudiera morderla, y olfateó lentamente—. ¡Puaj! ¡Huele como los calcetines viejos de alguien, pudriéndose sin lavarse durante meses! ¿Estás segura de que esto no es solo un castigo por algo que hice en una vida pasada?

Mango le lanzó una mirada penetrante, con una ceja levantada. —Y también pondrá tu cabeza en su lugar. Bebe.