—¿Tónico? ¿Crees que no soy lo suficientemente fuerte?
Niva exhaló por la nariz, con los brazos cruzados, pero sus ojos oscuros brillaban con diversión reluctante. —Todavía estás borracho, Velor. ¿Crees que puedes con las tres sin ninguna ayuda? ¿Estás seguro?
—Mmm. Borracho de ti, mi amor —ronroneó, dejándose caer en la cama con una sonrisa. Sus dedos se movieron hacia ella, llamándola—. Ven. Compláceme.
Serra puso los ojos en blanco pero no se resistió cuando la mano de Velor encontró su muñeca, tirando de ella hacia la cama. —Eres todo un espectáculo cuando estás así.
—¿Les gusta a mis damas? —murmuró Velor, arrastrando un nudillo por su brazo interior—. Soy su hombre, cariños.
Mara ya estaba a medio camino de la puerta cuando se detuvo y miró hacia atrás. —¿Debería... seguir buscando el tónico?
—Sí —dijeron Niva y Serra al unísono.