Capítulo 40 - Lencería, Furia y una Despedida Robada
La tienda de lencería era el último lugar donde quería estar con Kaelen. Mis mejillas ardían mientras él me guiaba entre estanterías de sujetadores de encaje y tangas, con su mano posesiva en la parte baja de mi espalda.
—Escoge lo que quieras —dijo, con voz baja e íntima—. El precio no importa.
Miré alrededor nerviosamente.
—No necesito ropa interior nueva.
—No se trata de necesidad. —Sus ojos se oscurecieron mientras me recorrían—. Quiero verte con algo hermoso.
Una vendedora se acercó, su sonrisa profesional no ocultaba del todo su curiosidad.
—¿Puedo ayudarles a encontrar algo específico?
Antes de que pudiera hablar, Kaelen respondió.
—Mi esposa necesita un guardarropa completo. Muéstrenos sus mejores colecciones.
Esposa. La palabra provocó un extraño aleteo en mi pecho. No era cierto —al menos no todavía— pero escucharlo reclamarme tan casualmente hizo que mi estómago se tensara.