Punto de vista de tercera persona.
Wanda estaba sentada en la comodidad de su lujosa habitación en el Castillo Oatrun, con un plato de manzanas perfectamente cortadas descansando sobre la mesa frente a ella.
La luz del sol se filtraba a través de las altas ventanas, iluminando los intrincados bordados dorados de su bata de seda mientras tomaba otra rebanada, mordiéndola con deliberada facilidad.
Justo cuando saboreaba la dulzura crujiente, el sirviente que había mandado llamar entró, haciendo una profunda reverencia.
—Señorita Fellowes —saludó el sirviente respetuosamente.
Wanda masticó lentamente, sus labios curvándose ligeramente con diversión mientras descruzaba las piernas. —Levanta la cabeza.
El sirviente obedeció inmediatamente, con los ojos fijos en el suelo.
Wanda no perdió tiempo. —¿El Alfa y su nueva esposa pasaron la noche juntos? —preguntó en un tono deliberadamente despreocupado.