Meredith Carter fue una vez el orgullo de su manada, hasta que la Maldición Lunar la marcó como sin lobo, no deseada y una desgracia. Humillada, abandonada y rechazada por su pareja destinada, pensó que la Diosa de la Luna la había abandonado.
Pero su maldición vino con un cruel efecto secundario: feromonas salvajes e incontrolables que volvían locos de deseo y disgusto a los hombres. Un aroma tan embriagador que la convirtió en un objetivo.
La noche en que fue rechazada cuando sus feromonas se descontrolaron, el Alfa Draven Oatrun —el Alfa más temido e intocable del reino— la reclamó en su lugar.
Pero Draven no quiere amor. Ni siquiera la quiere a ella. Sus razones para casarse con ella no tienen nada que ver con el destino.
Arrojada a un mundo de política despiadada, enemigos mortales y una pareja que la ve como nada más que un peón, Meredith debe luchar para sobrevivir, recuperar su dignidad y descubrir los secretos detrás de su maldición.
Porque algo está despertando dentro de ella. Algo poderoso. Algo... antiguo.
Y cuando la verdad sea revelada, ni siquiera el Alfa Draven podrá resistirse a lo que ella se convertirá.
Rechazada. Maldita. Deseada. Elegida.
¿Logrará Meredith liberarse de su destino?
Sobre todo, ¿qué es esta fuerza mística que la empuja a iniciar una guerra?
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Extracto:
"Puede que me hayas reclamado", susurró Meredith, sus ojos violetas ardiendo con desafío, "pero nunca serás mi dueño".
Draven exhaló una risa baja y peligrosa. Sus ojos dorados brillaron mientras la encerraba, su presencia sofocante.
"¿Tu dueño?" Su voz era terciopelo y acero. "Pequeña loba, no necesito ser tu dueño".
Apartó un mechón de cabello blanco plateado detrás de su oreja—un toque tan ligero, pero que le envió escalofríos por la columna.
"Porque te guste o no..." Su aliento rozó su piel. "Tu cuerpo ya responde a mí".
Meredith apretó la mandíbula, ignorando el traicionero calor que se acumulaba en su interior. Eran las feromonas. Tenía que ser eso.
"Te odio", logró decir.
"Bien", sonrió Draven. Porque el odio era solo otra forma de obsesión.