—Draven.
Meredith jadeó, estremeciéndose debajo de mí.
Empujé mi verga suavemente dentro de ella hasta que sentí una pequeña resistencia.
—Ummm —se retorció debajo de mí, sus ojos girando hacia atrás mientras sus manos encontraban un lugar en mi pecho.
—Es tan grande —murmuró entre respiraciones rápidas.
—Tú lo pediste —no pude evitar responder dado lo mucho que me había rogado por esto.
Aun así, disminuí mi ritmo. Pero no estábamos llegando a ninguna parte, así que me retiré.
Al instante, sus ojos se abrieron de golpe.
—¿Qué estás haciendo? —intentó incorporarse, claramente confundida y frustrada por mis acciones, pero la empujé hacia abajo y me puse de rodillas antes de agarrar sus muslos y empujar su coño hacia mi cara.
Necesitaba excitarla un poco más para que cuando llegara el dolor, se mezclara con un inmenso placer y pasara inmediatamente.