Corriendo hacia Draven

Meredith.

Algo se quebró dentro de mí en el momento en que la puerta se cerró.

Todavía podía sentir la voz de Wanda deslizándose por mi mente —su arrogancia, sus burlas.

Mis puños se cerraron a mis costados.

Mis doncellas no habían hecho nada malo. Y la mirada en sus ojos —miedo, impotencia— me recordaba demasiado a mí misma cuando aún estaba en Stormveil.

Ninguna de ellas merecía ser maltratada por nadie, pero Wanda se las llevó.

¡No! No permitiré que mis inocentes ayudantes sean castigadas. Y tampoco dejaré que Wanda obtenga satisfacción de ello.

No puedo detener a Wanda, pero seguramente, solo había una persona que podía ponerla en su lugar.

Draven.

El pensamiento me dejó un sabor amargo en la boca. Después de todo, él era a quien tenía que acudir por ayuda.

Pero no tenía elección. Si me quedaba callada, mis doncellas sufrirían. No permitiría que eso sucediera.